El debate en torno a la reforma eléctrica se ha centrado principalmente en torno a cuestiones jurídicas (si se debe o no cambiar la constitución). El gobierno nos dice que en los próximos 10 años se requerirán inversiones de más de 5 mil millones de dólares al año y que las empresas del estado (CFE y Luz y Fuerza del Centro) no tienen los recursos para hacerlas. ¿Qué tan cierto es eso?
Veamos el caso de la CFE. El año pasado, reportó ventas por 118 mil millones de pesos. De ese total, generó una utilidad operativa (antes de costos financieros, obligaciones laborales y operaciones con el gobierno) de unos 36 mil millones de pesos.
Ahora bien, los costos financieros derivados de sus deudas actuales absorbieron una tercera parte de ese total. El pago de impuestos y otros gastos sólo representaron una salida de mil millones, por lo cual después de estos conceptos le quedó a la CFE un total de 23 mil millones de pesos.
Con ese dinero, en teoría tiene que pagar un costo por sus pasivos laborales (plan de pensiones) de 12 mil millones de pesos al año, de los cuales sólo está pagando una cuarta parte. Además, sus activos fijos registran una depreciación de 18 mil millones anuales. Aunque sólo se requiera invertir la mitad de ese total para reponer el desgaste en sus equipos, las jubilaciones y la reposición de equipo básicamente absorben todo el dinero que genera la CFE. (Esto sin tomar en cuenta la salida de dinero por el crédito que da a LyFC y otros clientes).
En ese sentido, si piensa cumplir cabalmente con sus obligaciones laborales y financieras, no le queda un centavo para invertir para satisfacer el crecimiento de la demanda, por lo cual tiene que endeudarse. El año pasado, genero una utilidad operativa en efectivo de 7 pesos por cada 100 pesos de activo fijo, que es más o menos similar a la tasa de interés que tendría que pagar por deuda de corto plazo. Esto último implica que sí podría endeudarse, pero estaría en la cuerda floja en términos financieros. En otras palabras, cualquier repunte en las tasas de interés pondría en peligro su solvencia y el gobierno tendría que entrar al rescate.
La conclusión es obvia: sin un aumento masivo de tarifas, con los consecuentes efectos negativos para la economía, o una disminución en sus pasivos laborales, la CFE simplemente no puede crecer por mucho tiempo vía deuda. La única alternativa: aportaciones del capital al sector, ya sean públicas o privadas. Otro día hablaré de LyFC, pero todo parece indicar que su situación financiera y operativa es incluso más precaria.
El director de la CFE ofrece un análisis interesante sobre este tema, resumido aquí. La información financiera de la CFE se puede consultar aquí.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario