Como era de esperarse, las propuestas gubernamentales de quitar la exención del IVA a libros, revistas y periódicos (entre otras) despertó la ira de los “intelectuales” (ver nota) y de la industria editorial.
Este debate se presenta en un vacío total de información y análisis, lo cual permite que predominen las posiciones ideológicas, que no sirven a nadie. Por eso, vale la pena ver algunas cifras.
De acuerdo con la Encuesta Ingreso Gasto de los Hogares (2000), sólo el 3% de las familias compraron libros durante el tercer trimestre del 2000 y destinaron cerca del 0.1% de su gasto a este rubro. El nivel de ingreso parece ser determinante: entre los hogares más pobres (el 10% con menos ingreso), sólo el 0.5% gastó en libros, mientras que entre los más ricos (el 10% con mayor ingreso), el 12% compró libros. Este último dato muestra que ni los ricos leen.
¿Leen menos los pobres por falta de ingresos? Sin duda, es un factor nada desdeñable, sobre todo para los hogares más pobres. Pero no es el único.
Veamos el caso del 10% de los hogares con mayor ingreso y del 10% que le sigue. Ambos ganan suficiente para comprar libros. Los primeros gastan, en general, 137% más que los segundos, pero en el caso de los libros, la diferencia sube a 187%. En términos del porcentaje de hogares que compró libros, entre el 10% más rico la proporción fue de 12% contra el 6% observado en el 10% de los hogares que le sigue en términos de ingreso.
Claramente, el ingreso no puede explicar la magnitud de esas diferencias, pero quizá la educación sí. A final de cuentas, el 50% los jefes de hogar del 10% de mayor ingreso tienen la carrera terminada o posgrado. En el siguiente decil, esa proporción baja a 17%.
Otra muestra es la distribución del gasto en artículos culturales (libros, revistas, periódicos, discos, etc.) entre los hogares que sí los adquieren. En el 50% de los hogares más pobres del país, los libros ocupan el 10% del total en promedio, mientras que en el caso de los hogares más ricos esa proporción sube a 26%.
Como lector asiduo, preferiría que los libros estuvieran exentos. Sin embargo, creo que es más importante destinar la mayor cantidad posible de recursos a la educación, ya que sólo así se logrará aumentar tanto el ingreso promedio como la lectura. Ahí debe centrarse el debate.
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