Hace unos días publiqué un análisis financiero de la Comisión Federal de Electricidad. En esencia, se trata de una empresa rentable, pero cuyos pesados compromisos financieros (deudas) y laborales (pensiones) limitan su potencial de crecimiento. Pero en este país hay otra empresa estatal de electricidad: la Cia. de Luz y Fuerza del Centro, que atiende a la zona metropolitanda de la Ciudad de México y algunas áreas vecinas.
LyFC es un desastre andante. En el periodo enero-agosto del 2002 (últimas cifras que encontré), vendió casi 15 mil millones y sus costos operativos sumaron alrededor de 18 mil millones de pesos. A esto hay que agregar el costo de las pensiones (10 mil millones). Es una auténtica máquina de perder dinero y abosrbió en este periodo subsidios públicos por 8 mil millones. ¿Se me olvidó mencionar que sus pasivos exceden a sus activos y que su pasivo laboral asciende a 46 mil millones?
La verdad es que algo se tiene que hacer con este desastre. La problemática de LyFC no se puede solucionar con una reforma eléctrica: en esencia, es necesario cerrar este barril sin fondo, liquidar sus pasivos y transferir la infraestrucutra a CFE. A final de cuentas, LFyC casi no genera electricidad por su cuenta (más del 90% de sus ventas es electricidad que compra a la CFE). Lo difícil: cómo solucionar el problema de sus pasivos laborales, que suman a valor presente 1.2 millones de pesos por empleado (37,000 en total).
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