martes, noviembre 18, 2003

¿Realmente benefició a México el TLC?

De acuerdo a un estudio del Carnegie Endowment for Internacional Peace, muy poco (el NY Times ofrece un resumen aquí). No he leído el original, pero me parece que la conclusión es un tanto equivocada.

En esencia, parece argumentar que los beneficios indudables en el sector industrial fueron contrarrestados por los perjuicios causados a la economía rural, sobre todo a la agricultura de subsistencia. Esto último no es tan descabellado: los precios internos de los productos agrícolas bajaron de forma muy importante en términos relativos, lo cual refleja una homologación parcial con los precios internacionales. No obstante, el crecimiento de la producción agrícola fue fuerte.

Esto sucede en todo el mundo: los avances en la productividad agrícola se reflejan en menores precios. Para tener un ingreso decente, el número de granjeros en el primer mundo ha caído dramáticamente. En otras palabras, cada granjero necesita trabajar más tierra para tener el mismo ingreso. A diferencia de lo que dicen los globalifóbicos, eso es bueno, ya que pagamos cada vez menos por la comida (lo cual beneficia desproporcionadamente a los pobres urbanos e incluso a los trabajadores rurales sin tierra propia).

En México, este avance no se ha dado por una razón bastante sencilla: la mayoría de la tierra agrícola es ejidal y es muy difícil venderla o darla como garantía para un crédito. De cierta forma, México es el único país donde el feudalismo no ha terminado de morir. Al igual que en la Edad Media, el campesiono mexicano está atado a la tierra, que es su principal activo, aunque intransferible. Al no poder vender quienes son poco competitivos, no tienen el capital para iniciar una nueva vida en la ciudad, algo que se ve agravado por el bajo nivel de educación que prevalece en el campo. La única válvula de salida es emigrar a Estados Unidos, donde los ingresos más altos compensan el riesgo.

Nada de esto es culpa del TLC. Pero lo que siempre se nos olvida es que el TLC fue la cereza en el pastel: mucho más importante fue el ingreso de México al GATT (organización antecesora de la OMC) en 1986. Fue a partir de ese momento, cuando se liberalizó el comercio exterior, que las exportaciones despegaron.

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