sábado, octubre 30, 2004

De Moore a Google

Desde las primeras computadoras, las tecnologías de la información han evolucionado básicamente en un sentido: más velocidad y capacidad. Esto lo ejemplifica la famosa Ley de Moore. El problema es que el vertigionoso avance en las capacidades informáticas ha rebasado cada vez más nuestra capacidad para emplearlas con eficacia.

Como argumenta esta serie de artículos publicada en The Economist, mas que contar con computadoras cada vez más poderosas, lo que necesitamos es que sean más fáciles de usar (no que sean más simples; la complejidad sigue, pero no la notamos).

Estoy totalmente de acuerdo. Mi primera computadora, una Commodre 64 (sí, soy viejo), tenía precisamente 64 kilobytes de memoria y hacer cualquier cosa requería horas. Hoy día, hasta los hornos de microondas tienen más poder de procesamiento. En este sentido, en 20 años las capacidades de las máquinas han crecido infinitamente. Pero el único avance notable en la facilidad de uso fue la introducción del sistema operativo con interfase gráfico (íconos), primero por Apple para la Mac (creo que en 1986) y después adoptado por Windows de Microsoft. En aplicaciones más grandes y complejas, como los sistemas de informática de empresas enteras, las cosas tampoco han mejorado mucho.

La buena noticia es que la historia ofrece razones para ser optimista. Muchos inventos eran increíblemente difíciles de usar al principio, hasta que los emprendedores encontraron formas de facilitar su uso. The Economist ofrece varios ejemplos interesantes:

Joe Corn, a history professor at Stanford University, believes that the
first example of a complex consumer technology was clocks, which arrived in the
1820s. Clocks were sold with user manuals, which featured entries such as ?How
to erect and regulate your device?. When sewing machines appeared in the 1840s,
they came with 40-page manuals full of detailed instructions. Discouragingly, it
took two generations until a trade publication was able to declare in the 1880s
that ?every woman now knows how to use one.?

At about the same time, the increase in technological complexity
gathered pace. With electricity came new appliances, such as the phonograph,
invented in 1877 by Thomas Alva Edison. According to Mr Norman, the
computer-design guru, despite Mr Edison's genius for engineering he was a
marketing moron, and his first phonograph was all but unusable (in fact,
initially he had no particular uses in mind for it). For decades, Mr Edison
fiddled with his technology, always going for the most impressive engineering
solution. For instance, he chose cylinders over discs as the recording medium.
It took a generation and the entry of a new rival, Emile Berliner, to prepare
the phonograph for the mass market by making it easier to use (introducing discs
instead of cylinders) and giving it a purpose (playing music)......


Another complex technology, with an even bigger impact, was the car. The first cars, in the early 1900s, were ?mostly a burden and a challenge?, says Mr Corn. Driving one required skill in lubricating various moving parts, sending oil manually to the transmission, adjusting the spark plug, setting the choke, opening the throttle, wielding the crank and knowing what to do when the car broke down, which it invariably did. People at the time hired chauffeurs, says Mr Corn, mostly because they needed to have a mechanic at hand to fix the car, just as firms today need IT staff and households need teenagers to sort out their computers.


By the 1930s, however, the car had become more user-friendly and ready for the mass market. Two things in particular had made this possible. The first was the rise, spread and eventual ubiquity of a support infrastructure for cars. This included a network of decent roads and motorways, and of petrol stations and garages for repair. The second was the makers' increasing skill at hiding the technology from drivers. Ford proved particularly good at this. Ironically, it meant that cars got hugely more complex on the inside, because most of the tasks that had previously been carried out by drivers now had to be done automatically. This presented drivers with a radically simplified surface, or ?interface? in today's jargon, so that all they had to do was turn the ignition key, put their foot on the accelerator, brake, steer and change gear?and after 1940, when automatic transmissions were introduced, even gear-shifting became optional.


¿Entonces conviene vender acciones de Microsoft, el villano de la complejidad, y comprar acciones de Apple, la gran simplificadora? Quizá a muy largo plazo sea una buena idea. Pero la diferencia entre las TI y otras tecnologías del pasado es que las primeras dependen mucho de estándares. Simplificar a las PC de forma importante probablemente requiera un cambio de Windows/Office a algo mejor, pero va a ser difícil persuadir a los usuarios si eso implica que no podrán utilizar buena parte de su información almacenada.



miércoles, octubre 27, 2004

Maldiciones y revoluciones en el beisbol

Ahora que estamos en plena Serie Mundial, no está de más hablar un poco de beisbol. Tras su victoria de ayer, las Medias Rojas de Boston están a punto de convertirse en campeones, algo que no lograban desde 1918. Su larga sequía, atribuida a la célebre "maldición del Bambino", es legendaria.

¿Por qué cambió su fortuna? Sin duda, un elemento vital es que desde hace un par de años este equipo adpotó un enfoque que promete revolucionar este deporte: la toma de decisiones con base en un riguroso análisis estadístico tanto de jugadores como de estrategias, un método conocido como "sabermetrics".

Este enfoque, creado hace unos 30 años por un tal Bill James, que ahora es consultor de las Medias Rojas, fue adpotado por primera vez por los Atléticos de Oakland. Desde entonces, este equipo ha tenido bastante éxito, sobre todo considerando que opera en un mercado pequeño y tiene poco presupuesto. Esta historia aparece en Moneyball, un libro escrito por el célebre periodista financiero Michael Lewis (sus puntos centrales se describen extensamente aquí).

No he tenido la fortuna de leer este libro, pero según lo que entiendo el gran éxito de "sabermetrics" es que permite identificar jugadores "subvaluados". Es decir, jugadores desconocidos --que no cobran mucha--que ofrecen un buen desempeño. ¿Suena familiar? Todo financiero reconocerá que se trata nada más y nada menos que de arbitraje. Cuando un equipo tiene esta habilidad y, además, un gran presupuesto, como las Medias Rojas, es lógico esperar que tenga mucho éxito. (Aquí se podría hacer un paralelo interesante con los hedge funds).

Por supuesto, hay una moraleja en todo esto. La misma metodología que está revolucionando al beisblo también se puede aplicar a otros campos donde el valor de los individuos es dictado por tradiciones, percepciones erroneas e ideas sin sustento empírico. El mismo Michael Lewis ofrece un buen ejemplo para el caso de los altos directivos de las empresas. Creo que lo mismo aplica en la política (sobre todo en el caso de la selección de candidatos), otros deportes y el manejo de recursos humanos en toda clase de organizaciones.

Claro, no es tan fácil como suena. En el beisbol, un deporte bastante individualista y tácticamente sencillo, es muy fácil medir el desempeño de los jugadores. Esto es mucho más complicado en otros contextos. Pero dicho esto, también hay que notar que es algo que no se ha intentado mucho. En ese sentido, la administración y la política requieren a su propio Bill James.


martes, octubre 26, 2004

Activismo perverso

No se pierdan este artículo de Sebastian Mallaby en Foreign Policy. Describe cómo algunos grupos de activistas están frenando proyectos social y económicamente benéficos en países pobres, empleando mentiras, distorsiones y toda clase de tácticas para defender lo que definen como "causas justas".

Es un tema que he tocado en otras ocasiones (ver aquí). Es un hecho que muchas ONG y grupos activistas hacen un trabajo muy valioso al llamar la atención del público a problemas reales que la clase política ignora por conveniencia. Pero con triste frecuencia su enfoque obsesivo en un tema los lleva a verlo sólo en blanco y negro, excluyendo cualquier matiz, y su punto de vista suele ser poco informado y contaminado por la ideología. En ese sentido, terminan causando daño precisamente a las causas que supuestamente promueven.

Además, no hay que olvidar dos cosas: 1) las ONG son manejadas por personas de carne y hueso; y 2) no rinden cuentas a nadie. Respecto a la primera, a los directivos de estas organizaciones les gusta, como a todos, la atención y el poder que derivan de ella. Esto los lleva a buscar la atención de los medios, por las buenas o por las malas. En cuanto a la segunda, a diferencia de los gobiernos, nunca pagan consecuencias cuando cometen errores o verdaderas barbaridades. En ese sentido, considerarlas como interlocutores de la sociedad civil en su conjunto es un grave error, como bien muestra el artículo de Mallaby.

¿Qué pasa con el Nasdaq?

Tras ganar 50% en 2004, el Nasdaq Composite, el índice más reconocido del sector tecnológico retomó el camino de las pérdidas este año. Esto a pesar de que los fundamentos de este sector parecen bastante saludables y las valuaciones de las empresas de tecnología ya no son tan estratosféricas. Todo esto y más en mi más reciente artículo.


jueves, octubre 21, 2004

La poca utilidad de las utilidades

Los analistas la pronostican. Los inversionistas basan sus decisiones en ella. La gerencia de las empresas busca que crezca de forma constante y estable. ¿De qué hablo? De la medida financiera más escrutinada de todas: la utilidad neta.

Es una obsesión que no entiendo. Todo inversionista serio sabe que la variable más importante, la que determina el valor de una empresa, es su flujo de efectivo operativo (es decir, el dinero que la empresa gana antes de sus inversiones de capital y el pago de pasivos financieros). En principio, debería ser muy similar a la utilidad neta. Pero en la práctica hay grandes discrepancias que, en algunos casos, pueden ser enormes.

Por ejemplo, hoy nos enteramos que AT&T registró una pérdida de 7.1 mil millones de dólares en el tercer trimestre de este año (hace unos días comenté sobre los problemas de esta empresa). Suena como si la empresa estuviera perdiendo hasta la camisa. Pero si uno revisa las cuentas con cuidado, encontrará que en la práctica generó 1.5 mil millones de dólares en efectivo por sus operaciones.

¿Por qué la diferencia? Sin entrar a los complicados detalles contables por el momento, la clave es entender que el proceso para calcular la utilidad neta es, en esencia, un método orientado a determinar el pago de impuestos sobre la renta. Como todos sabemos, las reglas para determinar qué gastos puede deducir una empresa son determinadas a final de cuentas por los políticos y no por la necesidad de presentar cuentas que muestren con todo rigor y lógica la verdadera situación financiera de la empresa. En cambio, el flujo de efectivo derivado de las operaciones es una medida muy objetiva de cuánto realmente gana la empresa.

Regresando al caso de AT&T, la enorme discrepancia en las medidas obedece en gran medida a que la empresa asumió un "cargo" por la pérdida de valor de sus activos. En castellano, esto implica que considera que una parte de sus activos (en este caso su red de telecomunicaciones) vale mucho menos de lo que tiene registrado en sus libros porque estos activos van a generar en el futuro mucho menos dinero. Esta información es útil, pero hay que tomar en cuenta que no implica una salida de dinero ni hoy ni mañana, sino una evaluación inevitablemente subjetiva cuánto dinero ya no generarán esos activos.

Más que hacer una crítica al sistema contable estadounidense, que si bien tiene sus deficiencias en lo general proporciona buena parte de la información que necesitan los analistas e inversionistas, a lo que quiero llegar es que es totalmente irracional dar tanta importancia a un indicador que no cumple con la función de decirnos cuánto dinero realmente está generando una empresa. En la práctica, hay que fijarse tanto en la utilidad neta (y todos los datos utilizados para calcularla) como en el flujo de efectivo operativo. Pero ni la prensa ni los analistas toman en cuenta esta última. Si bien esto no afecta a los que entienden bien estos asuntos, sí puede llevar a conclusiones equivocadas en muchos casos.

miércoles, octubre 20, 2004

Más sobre los conflictos de interés....

Ayer comenté sobre cómo el escándalo que está sacudiendo a las aseguradoras en EUA tiene, en esencia, las mismas que los escándalos que envolvieron a las principales corredurías de ese país hace un par de años. A manera de repaso, las corredurías fueron acusadas de proporcionar recomendaciones de compra de acciones sesgadas a sus clientes, ya que éstas recibían dinero por otras vías de las empresas que emitían esas acciones.

Sin embargo, en una de esas extrañas coincidencias, ayer Slate publicó una nota que argumenta que este aparente conflicto de interés no es ni por mucho el principal motivo por el cual la abrumadora mayoría de las recomendaciones de inversión formuladas por los analistas de las corredurías son de "compra". El autor, de forma bastante convincente, asegura que otras causas, como el temor a ir contra el consenso, la presión de empresas y clientes y el mercado alcista de los noventa, pesan mucho más.

martes, octubre 19, 2004

Cuando los mercados fallan.....

¿Qué tienen en común los médicos, los corredores de bolsa y los agentes de seguros? En principio, no mucho. Pero el más reciente escándalo corporativo en Estados Unidos confirma que estos tres grupos tienen un poderoso vínculo: enfrentan serios conflictos de intereses que los llevan a utilizar prácticas corruptas.

Para los que no han estado muy despiertos los últimos días, el procurador de justicia de Nueva York, Eliot Spitzer, entabló una demanda judicial contra Marsh & McLennan, el corredor de seguros más grande de Estados Unidos. En esencia, Spitzer acusa a M&L de perjudicar a sus clientes al manipular los procedimientos de compra de seguros para favorecer a ciertas aseguradoras, que a su vez pagaban a M&L comisiones de "incentivo" por recibir los contratos. Al parecer, esta demanda es la punta del proverbial iceberg, ya que hay investigaciones en curso que afectarán a toda la industria.

La cantidad de dinero en cuestión es enorme. Cabe notar que tanto en EUA como en Europa las primas brutas de seguros suman alrededor de 10% del PIB (los datos están aquí). Sólo en EUA, estamos hablando de casi 1.2 billones de dólares.

¿Suena familiar el escándalo? Lo es. Como todos recordamos, el mismo Spitzer demandó a varias corredurías estadounidenses hace un par de años porque éstas emitían recomendaciones de compra de valores a sus clientes, supuestamente fundamentadas en análisis imparcial, pero que en la práctica estaban orientadas a que los inversionistas compraran valores de empresas que a su vez pagaban jugosas comisiones de banca de inversión a la misma correduría.

Es exáctamente el mismo escándalo: un intermediario que supuestamente debería actuar en el mejor interés de los compradores de un producto en realidad los perjudica porque recibe dinero de los vendedores para favorecer ciertos productos.

Hay más ejemplos. En países como EUA o México, donde prevalece la medicina privada para ciertos segmentos de la población, los médicos enfrentan conflictos de interés similares. En teoría, se supone que deben velar por el mejor interés del paciente. Pero, en primer lugar, con alarmante frecuencia ordenan procedimientos o tratamientos innecesarios porque saben que las aseguradoras los cubrirán sin hacer demasiadas preguntas (el costo superfluo lo absorbe el paciente pagando primas cada vez mayores en seguros médicos). Asimismo, los médicos suelen recetar medicamentos de las farmaceúticas que, a cambio, les ofrecen "incentivos" para ese efecto, incluso cuando hay genéricos perfectamente aceptables de menor costo o mejores alternativas.

¿Qué tienen en común los tres casos? O visto de otra forma, ¿por qué fallan tan espectacularmente estos tres mercados?

Sin duda, un elemento es su complejidad. Los pacientes no saben mucho de medicina, la gran mayoría de los ahorradores no tiene mucha idea de finanzas y los compradores de seguros con frecuencia no conocen bien los riesgos contra los que buscan protegerse o no entienden las complejas pólizas de seguros (cabe notar que, además, en muchos tipos de seguro no hay estandarización en las pólizas, lo cual impide la compración fácil). Todo esto facilita las conductas abusivas.

También hay que destacar la falta de información. Por ejemplo, hace unos años no era sencillo saber si mi corredor, que me recomendaba una acción, también tenía vínculos de otro tipo con la empresa emisora. Lo mismo aplica en el mundo de los seguros o la medicina.

Claro, sí hay otro lado de la moneda. Por ejemplo, las cuotas de banca de inversión subsidiaban al análisis, que por más sesgado que fuera, tenía valor para el inversionista. Asimismo, los "incentivos" de las farmaceúticas a los médicos con frecuencia toman la forma de viajes a congresos o eventos similares, que los ayudan a estar al tanto de los avances en este campo.

Me parece obvio que las fallas en estos mercados son tan grandes que se justifica la intervención estatal para proteger al consumidor. Pero como no son cuestiones de blanco y negro (aunque el negro pesa más), en principio, estas intervenciones se deben centrar más en aumentar la transparencia que en prohíbir totalmente las prácticas en cuestión (aunque en ciertos casos quizá sea la mejor solución).

Commodities y divisas

En los últimos tres años, el precio promedio de las materias primas subió cerca de 60% en dólares. En general, esto es una receta para que las monedas de los países productores presenten una fuerte apreciación. ¿Y qué ha sucedido? Sorprendentemente, no mucho. Claro, hay casos como el de Nueva Zelanda, cuyo dólar registra una apreciación superior al 50% en ese lapso. Pero en la mayoría de los casos, las alzas cambiarias han sido bastante modestas (tomando sólo en cuenta países grandes con mercados financieros más o menos desarrollados).

Incluso hay casos, como el de México y Brasil, donde en ese lapso se presentó una apreciación. La causa es sencilla: en México la balanza comercial de productos primarios presenta un superávit menor al 1% del PIB y en Brasil no es mucho mayor.

En otros casos, como el de Rusia, donde ese sector tiene un peso económico mucho mayor, la falta de una apreciación significativa obedece a una estrategia conciente para evitarla, vía la esterilización de la entrada de divisas, que se refleja en un aumento importante (150% en 3 años) de sus reservas internacionales. La lógica en estos casos es que una apreciación cambiaria perjudica a la industria del país (la llamada "enfermedad holandesa"), aunque ciertamente beneficia a los consumidores. ¿Vale la pena esta clase de intervención? Quizá sí: a diferencia del sector extractivo, la industria es una fuente inagotable de ganancias en productividad, con importantes beneficios dinámicos para toda la economía.

En fin. Si les interesa el tema, aquí está mi artículo más reciente.

viernes, octubre 15, 2004

....y la decadencia estadounidense

De entrada, en estos tiempos no está de más afirmar que no soy anti-estadounidense. Todo lo contrario: la mitad de mi familia nació o vive allá. Por ese motivo y por el hecho de que la salud económica de México depende en buena medida de nuestro vecino es que me preocupa mucho lo que está sucediendo en ese país.

En concreto, la democracia estadounidense parece enferma y eso se refleja en otros ámbitos, incluyendo la economía.

Hace unas semanas, The Economist publicó una serie de artículos (la introducción está aquí, pero requiere $$)sobre los problemas que enfrenta la democracia estadounidense.

La letanía es larga: en muchos lugares no hay métodos confiables de votación (como vimos en el 2000 y los remedios --principalmente máquinas electrónicas--sólo agravan el problema original), no se ha encontrado soluciones al problema de exceso de dinero en las campañas, el trámite para registrarse como votante es complicado y en muchos estados un gran número de personas (generalmente ex convictos) no tienen derecho a votar, por nombrar los más prominentes. Incluso hay informes, no sé qué tan confiables, de intimidación de votantes potenciales y cosas peóres.

El más grave, desde mi punto de vista, es la práctica de modificar los distritos electorales para la elección de diputados. Esto es algo necesario para reflejar los cambios en el crecimiento y el patrón de residencia de la población. Pero los políticos lo han llevado más allá: los distritos en la mayor parte del país son "diseñados" para otorgar mayorías garantizadas a uno u otro partido. Esto se hace con base en la orientación política de la población mayoritaria de ciertas zonas. Así, por ejemplo, se puede crear un distrito que vote siempre a favor de los demócratas incorporando sólo zonas en donde la población afro-americana --que ordinariamente vota en una proporción de 90% o más por ese partido--sea mayoritaria.

The Economist explica las consecuencias directas:

This is not just unfair; it puts people off voting (why bother in those 400
districts where the result is a foregone conclusion?) and it drives politics to
the extremes. With no chance of being unseated by the other party, a
congressman's only threat is the partisans in the primary; so Republicans become
ever more conservative and Democrats ever more left-wing.


No es exageración, como deja claro esta cita tomada de un artículo relacionado:

In 2002, just four incumbents lost to challengers at the polls (another
four lost in primaries). North Korea might be proud of the incumbent re-election
rate: 99%. More than nine in ten Americans live in districts that are, in
practice, one-party monopolies.


Como los republicanos tienen mayorías legislativas tanto en el ámbito federal como en los estados, esta práctica los ha beneficiado. Pase lo que pase en la elección presidencial, controlarán la cámara baja del legislativo.

Pero esto sólo es el comienzo. Cuando los candidatos saben que serán reelegidos sin importar lo que hacen, deja de haber una rendición de cuentas efectiva ante el electorado. Además, incrementa la importancia del dinero en la política, ya que si la competencia (sobre todo en las primarias dentro de un mismo partido) no se basa en ideas y programas, se carga más a estrategias de saturación en los medios. A su vez, esto lleva a que los políticos dependan del dinero donado por individuos ricos y empresas, dos grupos que siempre exigen algo a cambio.

Resumniendo, la manipulación de los distritos electorales crea apatía, rompe el vínculo entre el legislador y su distrito, aumenta la corrupción y polariza la política, entre otros resultados nocivos. Naturalmente, el resultado final son malas leyes y políticas públicas, como los masivos recortes a impuestos promovidos por George W. Bush o los últimos cambios al código fiscal. Además, cuando un partido controla la presidencia y el legislativo, esta práctica atroz debilita de forma importante la división de poderes, lo cual explica la falta de consecuencias para Bush de sus terribles errores en Irak.

No me cabe duda que todo el mundo se beneficia cuando Estados Unidos es gobernado de forma sensata y eficaz. En ese sentido, el deterioro de la democracia en ese país es un muy mal augurio, sea quien sea el próximo presidente. Lo más triste es que ni uno ni otro candidato siquiera ha mencionado el tema.

El renacimiento europeo.....

En economía también abundan los clichés. Uno de los más persistentes es que la economía estadounidense es mucho más productiva que las economías de Europa Occidental. Como demostré hace unos días, es más mito que realidad. La brecha en la productividad laboral es prácticamente inexistente si se mide correctamente, pero sí hay una brecha en términos de PIB por habitante (de alrededor de 30%), ya que en Europa la participación laboral es menor que en EUA y las horas de trabajo también son menores.

Sin duda, Europa Occidental tiene un serio problema. Es difícil imaginar cómo podrá lidiar con el rápido envejecimiento de su población si persisten las tasas de desempleo de 10% y los jóvenes y adultos maduros (50+ años) no pueden encontrar trabajo. Si una situación es insostenible, tarde o temprano se tomarán medidas para corregirla.

Todo apunta a que esas reformas se están materializando, tal como describe Stephen Roach, el economista supremo de Morgan Stanley, en esta nota. La liberalización de los mercados laborales europeos tiene el potencial para elevar sustancialmente el crecimiento de la producción y el ingreso en esos países. Además, Roach también apunta hacia un mayor gasto en tecnologías de la información, lo cual elevará la producción por hora trabajada, impulsando incluso más el crecimiento europeo.

Estoy dispuesto a apostar que en los próximos años las acciones europeas ofrecerán retornos muy superiores comparadas a las estadounidenses. Ya veremos......

martes, octubre 12, 2004

Nubarrones en el horizonte

Hay todo un debate sobre el impacto del alza en el precio del petróleo en la economía estadounidense. Hasta ahora, no se ha sentido mucho en parte porque no ha sido tan grande: mis cálculos ubican al costo extra de las importaciones petroleras en 0.4% del PIB. Pero esta cifra probablemente crecerá en la medida en que sigan altos los precios. Por lo pronto, este asunto es menos importante que el otro gran riesgo: la falta de creación de empleos. ¿Estará relacionados ambos temas? Hasta ahora no queda muy claro: es probable que el petróleo sea un elemento, entre otros, que crean incertidumbre y tornan cautelosas a las empresas. Sin embargo, en conjunto forman una pinza que ya está mermando las perspectivas de crecimiento de la economía de ese país, como señalo en este artículo.

viernes, octubre 08, 2004

Mitos y realidades del ahorro

En Estados Unidos, las familias ahorran el 1% de su ingreso disponible. Por su parte, las finanzas públicas muestran un déficit que supera el 4% del PIB. Como resultado, prácticamente toda la inversión es financiada con ahorro de las empresas y con capital extranjero.

¿Es buena, mala, sostenible o insostenible esta situación?

Hay un amplio consenso en torno a que las familias y el gobierno ahorran demasiado poco. Es fácil entender por qué. El rápido envejecimiento de la población y el rápido aumento de gastos relacionados con pensiones y atención médica son tendencias evidentes. Si, como todo parece, los gobiernos no van a poder cumplir plenamente con sus promesas de gasto en estos rubros, los hogares tendrán que llenar la brecha. Cuando el Joe Smith típico se de cuenta de que ni él ni el gobierno tienen dinero para financiar su retiro, tendrá que apretarse el cinturón y las consecuencias para la economía no serán nada gratas.

De hecho, para algunos economistas con inclinación un tanto ideológica, el ahorro personal es importante para evitar la presión política a favor de la expansión del estado de beneficencia, como ilustra esta columna de Arnold Kling. En lo personal, me parece una perspectiva muy simplista, ya que la mayoría de las personas están a favor de pagar menos impuestos pero al mismo tiempo quieren más seguridad social estatal, lo cual explica en buena medida la situación de las finanzas públicas en EUA. Además, en Europa Occidental las tasas de ahorro son mucho mayores a las de EUA pese a contar con apoyos estatales más generosos.

¿Por qué ahorran menos los estadounidenses comparado con otras naciones? Seguramente intervienen factores culturales y demográficos, pero sospecho que la eficiencia del sistema financiero estadounidense es parte de la respuesta. Es un hecho que EUA crece más que Europa o Japón pese a que la inversión como porcentaje del PIB es mucho menor. Esto tiene un resultado concreto: en las últimas dos décadas, el estadounidense promedio ha observado que su patrimonio neto crece pese a que no ahorra. No quiero entrar a la discusión sobre las burbujas en acciones y vivienda; basta afirmar que creo que por más alta que sea la productividad del capital en EUA, las personas están sobreestimándola y lamentarán esto a largo plazo.

En donde sí hay mucha controversia es en torno al capital extranjero. Don Boudreaux de Cafe Hayek argumenta que es irrelevante si la inversión es financiada con ahorro foraneo o doméstico.

Tiene razón en un sentido estricto. El impacto en producción y empleo de una nueva fábrica es el mismo sin importar si fue construida con capital estadounidense o extranjero. Pero este punto de vista es demasiado limitado.

En un sentido amplio, el nivel de inversión neta en una economía refleja la cantidad de nuevos proyectos de producción que son viables bajo un cierto nivel promedio de retorno esperado. Si los agentes económicos domésticos exigen un retorno más alto que los extranjeros, es lógico que éstos financiarán parte de la inversión. Nada malo en ello.

Pero en el caso de EUA hay un problema. A partir de 2002, los flujos privados de capital extranjero prácticamente se secaron, algo lógico considerando el clima económico post-burbuja (en otras palabras, consideraron que el retorno promedio que obtendrían sería más bajo). En principio, esto debería reflejarse en una caída del dólar y tasas de interés al alza, lo cual llevaría a una sustitución del ahorro extranjero por ahorro nacional, aunque la inversión probablemente hubiera bajado más de lo que cayó de por sí. Esto no sucedió.

En la práctica, el capital privado extranjero fue sustituido por flujos de los bancos centrales asiáticos para evitar una caída del dólar y una apreciación simétrica de sus divisas, lo que tendría un impacto negativo en sus exportaciones y su crecimiento económico. Esta intervención masiva, que persiste a la fecha, es un subsidio a la demanda en EUA. Esto implica que tanto la inversión como el consumo son artificialmente altos y el ahorro artificialmente bajo. Visto de otra forma, en este caso las fuerzas de mercado no están operando como deberían. Como toda distorsión, tarde o temprano se tornará insostenible, con severas consecuencias tanto para EUA como para el resto del mundo.




miércoles, octubre 06, 2004

Suicido corporativo

El suicidio no es un tema grato o sencillo, pero desde hace varios años ha sido sujeto al análisis económico. Como muestra este artículo, resulta que en algunos casos es una decisión muy racional (siempre y cuando uno lo intente y falle). El caso de AT&T me lleva a preguntar si también existe tal cosa como el suicidio corporativo racional.

En breve, AT&T fue el monopolio telefónico de Estados Unidos hasta principios de la década de los ochenta. A partir de una decisión judicial, la empresa fue partida: se crearon varias empresas de telefonía local y la parte restante de AT&T se quedó con el mercado de larga distancia. Pronto empezó a surgir mucha competencia en ese nicho (MCI, Sprint, etc.), desatando una intensa guerra de precios que persiste a la fecha.

AT&T ha intentado de todo: entrar al negocio de redes informáticas, televisión por cable, telefonía residencial y celular, etc. Por diversos factores, entre ellos regulatorios, no ha tenido mucho éxito. Hoy queda un cascarón endeudado que ofrece servicios de telecomunicaciones a empresas y su tradicional negocio de larga distancia. Pero la combinación de intensa competencia, exceso de capacidad en la industria y nuevas tecnologías (incluyendo voz por Internet) están causando una constante sangría.

Entre 1999 y 2003, sus venta pasaron de 49.6 mil millones de dólares a 34.5 mil millones, mientras que su utilidad operativa cayó de 12.5 mil millones a 3.7 mil millones en ese periodo, sin olvidar su dedua de 14 mil millones. No se ve un fin a su constante declive.

La pregunta obvia es: ¿que hacer? Una opción es seguir intentando adaptarse a los cambios en el mercado para defenderse. Pero eso implica invertir dinero sin muchas perspectivas de tener éxito. La otra alternativa es simplemente mantener el negocio actual aunque esté en decadencia, reduciendo los costos al máximo y devolviendo todo el efectivo generado a los accionistas (vía dividendos) y deudores. Esto básicamente condena la empresa a la extinción.

No es una idea tan loca. Primero, unos antecedentes. El año pasado AT&T generó un flujo de efectivo por 8.5 mil millones. Un total de 3.1 mil millones se destinó a inversiones, cerca de 9.2 mil millones se fueron al pago de deuda y los accionistas recibieron dividendos de 629 millones (cabe notar que el gato superó al flujo generado y la diferencia se financió por una reducción en el efectivo acumulado). Actualmente, su acción cotiza en 15 dólares y los accionistas reciben un dividendo anual de 95 centavos.

Ahora hagamos un pequeño ejercicio. Digamos que la empresa pague unos 3 mil millonones para liquidar deudas al año (con lo que quedaría sin deuda en menos de 5 años). Asimismo, reduce la inversión a 2 mil millones (quizá el mínimo necesario para mantener sus activos). Quedarían casi 3 mil millones para pagar a los inversionistas, equivalentes a un dividendo de 3.8 dólares por acción. Si logra mantener el flujo de efectivo constante (con recortes de costos compensando bajas en ventas), uno recuperaría el precio pagado por acción en 4 años y a futuro los dividendos restantes serían ganancia pura.

No es una mala apuesta, considerando que los bonos a 10 años pagan 4% anual, aunque el grado de riesgo es considerable (los flujos de la empresa pueden caer muy rápido). ¿Pero cometerá este rentable suicidio premeditado?

Lo dudo. Las instituciones también tienen un instinto de supervivencia. Por ejemplo, ni el ego ni la cartera de sus directivos no lo aguantaría: ¿quién quiere dirigir una empresa condenada a desaparecer? Eso no gana portadas de revistas o renombre, aunque sea la opción más lógica para los accionistas. Asimismo, eso también aplica para los empleados menos ilustres: nadie quiere hacer carrera en una empresa en decadencia y, consecuentemente, el ánimo de la empresa estaría por los suelos.

Para exprimir esta empresa hasta su muerte inevitable, se requeriría contratar a un jefe con temple de acero, experiencia en bancarrotas (conocidos como buítres) y los incentivos correctos (olvídense de opciones) y prometer jugosos bonos a los empleados clave. En otras palabras, una tarea nada fácil o grata.

Si bien todo parece indicar que la empresa seguirá reduciendo costos (ver esta nota), lo más probable es que luche a capa y espada contra su destino casi inevitable, a costa de sus accionistas.




Altruismo a la capitalista

Hace unos meses escribí una nota ("El altruismo de los emprendedores") sobre los resultados de un estudio académico que demostró que: 1) los retornos captados por quienes inician un nuevo negocio son similares a los que uno obtendría invirtiendo en una cartera diversificada de acciones; y 2) el nivel de riesgo que enfrentan los emprendedores es mucho más alto comparado con la otra alternativa. En otras palabras, el cálculo de riesgo-retorno favorece más al inversionista que al emprendedor.

Suena como una conclusión poco creíble, pero vía Cafe Hayek me enteré de otro estudio que respalda indirectamente este resultado. En esencia, el autor (William Nordhaus, de Yale, quien redactó el estudio más profético y preciso sobre los costos de la guerra en Irak) calcula que los innovadores capturan sólo el 2.2% de los beneficios totales de la innovación (es decir, las ganancias por conceptos como menores costos de producción menos el costo de innovar). Este resultado es válido para Estados Unidos en las últimas décadas

Si bien sólo una parte de la actividad emprendedora es innovadora, uno esperaría que fuera la parte más rentable. Pues resulta que no. Visto de otra forma, desde el punto de vista del emprendedor no hay mucha diferencia, en términos del retorno obtenido, entre establecer una tintorería de barrio y crear un nuevo programa de software.

Para la sociedad en su conjunto, es claro que el aspirante a ser el nuevo Bill Gates produce mucho más valor, pero la limitada protección a la propiedad intelectual (patentes, derechos de autor, etc.) y la eficiencia capitalista que atrae a imitadores impide que el inventor gane mucho en promedio. Claro, hay excepciones y quizá ese "efecto lotería" proporcione, junto al prestigio, la motivación real.

P.D. Sería interesante que Larry Lessig comentara al respecto.



lunes, octubre 04, 2004

Honestidad en los pronósticos

Por casualidad, encontré esta serie de artículos en la más reciente edición de Time que trata sobre las tendencias a futuro en diversos campos y las personas que formulan predicciones sobre el futuro. Este tipo de notas aparecen por lo menos una vez al año en todas las revistas de interés general y en muchas especializadas.

El futuro siempre es un tema llamativo. No sólo se trata de interés ocioso. Predecir lo que sucederá es algo requerido en toda clase de ámbitos y actividades, desde el emprendedor que quiere saber si su producto venderá hasta el inversionista que distribuye su capital según las perspectivas de ganancias que ofrecen diversos instrumentos financieros. Nuestro gran problema es que somos miserablemente malos para pronosticar.

El artículo introductorio a la serie de Time reconoce esto:

Albert Einstein remarked in 1932 that "there is not the slightest
indication that nuclear energy will ever be obtainable." Thomas Edison thought
alternating current would be a waste of time. Franklin Delano Roosevelt once
predicted, when he was Assistant Secretary of the Navy, that airplanes would
never be useful in battle against a fleet of ships. There's nothing like the
passage of time to make the world's smartest people look like complete idiots.
So let's look at a few more. In 1883 Lord Kelvin, president of the Royal Society
and no mean scientist himself, predicted that "X rays will prove to be a hoax."
When Gary Cooper turned down the Rhett Butler role in Gone With the Wind, he is
said to have remarked, "I'm just glad it will be Clark Gable who's falling flat
on his face and not Gary Cooper." "Everything that can be invented, has been
invented," announced Charles H. Duell, commissioner of the U.S. Patents Office,
in 1899.
Why is predicting the future so difficult? After all, if history is
just one damn thing after another, shouldn't the future be more of the same? But
over and over again, even our most highly educated guesses go disastrously
wrong. (Here's Coco Chanel on the miniskirt, in 1966: "It's a bad joke that
won't last. Not with winter coming.") Of course, the smart play would be not to
try to guess what's coming next. But that's not how we're wired. Trapped as we
are in the one-way flow of time, not predicting the future would be like driving
a car without bothering to glance through the windshield from time to time. We
desperately need prophets, even false ones, to help us narrow the infinity of
plausible futures down to one or at least to a manageable handful. We look at
the present and see the present; they see the seeds of the future. They are our
advance scouts, infiltrating the undiscovered country, stealing over the border
to bring back priceless reconnaissance maps of the world to come.


Como pueden ver, el autor nunca contesta la pregunta de por qué es tan difícil predecir el futuro (nota a mi mismo: prohíbido usar el término complejo o variantes del mismo). Yo tampoco tengo la respuesta. Pero estoy seguro que está relacionada con el hecho de que nunca regresamos a pronósticos pasados para ver por qué acertaron o fallaron. En una de esas podríamos detectar sesgos sistemáticos y recurrentes, lo cual nos podría ayudar a formular mejores (o menos malos) predicciones.

Propongo una ley no escrita: Por honestidad y decencia, toda publicación que presenta pronósticos debería llevar a cabo el ejercicio de evaluar pronósticos pasados. De lo contrario, estaríamos sujetos al nietzcheano eterno retorno a nuestros errores.


sábado, octubre 02, 2004

En defensa de la productividad europa o por qué hay que desconfiar de los consultores

Hace un par de días encontré esta interesante nota de Adam Crouch, en Mahalanobis, que comenta los resultados de un estudio (pdf) elaborado por Proudfoot Consulting, un despacho de consultoría. En esencia, Crouch argumenta que este estudio muestra que una de las causas más importantes por la cual la productividad laboral en Europa es más baja que en Estados Unidos es porque las empresas europeas son administradas de forma menos eficiente.

Es una conclusión totalmente erronea y les voy a decir por qué (advertencia: se requiere paciencia).

En primer lugar, hay que saber con precisión de qué estamos hablando. La forma más común de medir la productividad es tomar el PIB y dividirlo por la población (PIB por habitante). Bajo este criterio, el PIB por habitante en la Unión Europea (antes de su reciente expansión) se ubica 29% por debajo del nivel estadounidense. Pero esta medida no es adecuada. Como todos sabemos, el porcentaje de la población que trabaja es menor en Europa que en Estados Unidos por toda clase de razones. Lo mismo aplica para el número de horas por trabajador. Si eliminamos estos factores, resulta que la productividad, medida como PIB por hora trabajada es sólo 8% menor en Europa que en EUA. Estos datos los tomo del mismo estudio de Proudfoot.

En otras palabras, la diferencia se reduce dramáticamente bajo estre criterio. De hecho, algunos países como Francia, Alemania y Bélgica tienen una mayor productividad laboral que EUA. Además, hay que tomar en cuenta que hay diferencias en la forma de medir el PIB entre EUA y Europa, las cuales tienden a subestimar el nivel de producción en Europa (o sobreestimarlo en EUA, dependiendo del punto de vista). Por tanto, me atrevería a afirmar que la productividad, medida como PIB por hora trabajada, es prácticamente idéntica en ambos. También agregaría que no hay diferencias significativas en el crecimiento de la productividad laboral.

Dicho esto, pasemos al estudio. En esencia, lo que mide es la eficiencia con la que las empresas de diversos países y sectores emplean a sus recursos humanos. Esto implica que los consultores se pasaron muchas horas observando los procesos productivos para identificar cuánto tiempo se dedicaba de forma productiva y cuánto se desperdiciaba. En principio, Proudfoot señala que un nivel de eficiencia de 85% es alcanzable, pero en la práctica alcanza sólo 62% en una muestra de 9 países (incluyendo Francia, Alemania, EUA y Reino Unido).

Según ellos, el nivel de eficiencia varía entre los países, pero la verdad no mucho. Si bien EUA ocupa el primer lugar, con 64% de eficiencia, ese nivel es prácticamente idéntico al observado en Alemania y Reino Unido, mientras que Francia queda un poco por abajo, con 60%.

¿Qué quieren decir estas cifras? Por lo que entiendo, básicamente implican el grado en que las empresas aprovechan sus recursos humanos, dejando a un lado o tomando como fijos factores como el nivel de capital disponible por trabajador, tecnología, grado de educación de la fuerza laboral, etc.

Esto nos ayuda a entender algunos resultados que parecen no tener sentido. Por ejemplo, según el estudio Sudáfrica tiene un grado de eficiencia (61%) mayor al de Francia (60%). Pero no hay que olvidar que en Sudáfrica los trabajadores son mucho menos educados y tienen menor capital (maquinaria, instrumentos de trabajo, computadoras, etc.) que en Francia. En todo caso, lo más notable es que las diferencias en la eficiencia son muy bajos alrededor del mundo, lo cual es lógico porque las empresas tienen incentivos para ser lo más eficiente posibles dados los recursos con que cuentan.

Esto nos muestra por qué este grado de eficiencia no tiene mucha relación con la productividad macro (PIB por hora trabajada). Por ejemplo, incluso si en Bangladesh las empresas fueran increíblemente eficientes (digamos, con un 85% de eficiencia), seguiría siendo un país muy pobre por factores como el capital, físico y humano, disponible.

Pero no puedo terminar sin antes señalar que las cifras del estudio son poco útiles por problemas metodológicos.

Mi primer objeción es que las cifras nacionales dependen en buena medida de la estructura productiva. Un ejemplo aclarará esto. Imaginemos que en Francia y EUA hay sólo dos industrias, A y B, y que en Francia la eficiencia es mayor que en EUA en ambas (en Francia, la eficiencia de A es 50% y la de B 70%, mientras que en EUA es de 45% para A y 65% para B). Pero si en EUA la industria B tiene un peso mucho mayor en la producción que en Francia, entonces la cifra agregada mostrará que EUA es más eficiente en general. El estudio no ofrece los datos relevantes por industria y país ni ajusta los resultados por esas variaciones en la estructura industrial.

Más allá de este punto, las cifras se basan en 100 proyectos de consultoría en 9 países (11 por país), lo cual no es ni remotamente cercano a una muestra representativa, por lo cual generalizar las cifras a escala nacional carece de total validez estadística. Puesto de otra forma, el márgen de error es tan grande que impide cualquier comparación seria entre cifras nacionales.

Y por último: nunca hay que confiar en los consultores. Para complementar las (muy dudosas) cifras de eficiencia, muestran los resultados de una encuesta a ejecutivos en esos países, en donde supuestamente se identifican las fuentes de la ineficiencia en las empresas. Las dos más notorias: falta de planeación y control administrativo, junto con supervisión inadecuada. ¿Y quién ayudará a las empresas a combatir estos problemas? No hay premios por adivinar: los mismos consultores (Proudfoot). En otras palabras, tienen todo el interés de mostrar que las empresas son muy ineficientes (por lo cual se justifica contratar consultores) y que los ejecutivos pueden cambiar esto con mejores prácticas (que los consultores les enseñarán). El conflicto de interés es tan grande que por sí mismo es suficiente para invalidar las conclusiones del estudio.




viernes, octubre 01, 2004

A un año

Más o menos por estas fechas inicié este blog. Es y sigue siendo una experiencia muy grata. A todos los que dedican un poco de tiempo para visitarlo, mi agradecimiento.

Aprovecho la ocasión para compartir algunas de mis observaciones y lecciones.

Curiosamente, la gran mayoría no tienen que ver directamente con este espacio. Al mantener un blog, naturalmente nace la curiosidad de saber qué hacen otras personas en este medio. Aunque lamentablemente no tengo mucho tiempo para navegar, en este año he encontrado cualquier cantidad de blogs sumamente interesantes, tanto en mi área de especialidad (Marginal Revolution, Libertad y Organización, etc.) como en otras.

Lo que más valoro de este medio es que permite que muchas personas muy conocedoras y con mucho que decir cuenten con un mecanismo sencillo para expresarse. Eso es invaluable. Pero no es la única aportación. También permite que muchas personas con talento para seleccionar contenidos puedan concentrar lo mejor y más interesante (Libro de Notas viene a mente) para los pobres seres como su servidor que disponen de poco tiempo para extraer las riquezas de la Red.

La misma diversidad y novedad de los blogs también me ha abierto los ojos, como muchos, con relación a las deficiencias (e incluso las bondades) de los medios tradicionales.

Los mejores blogs con contenido original son escritos, como es obvio, por personas que saben de lo que hablan, aunque suelen tener prejuicios ideológicos evidentes (algo que admiten casi siempre). La mayoría de los reporteros tradicionales suelen saber poco del tema que cubren (sobre todo en temas especializados como finanzas y economía), esconden sus prejuicios aunque se manifiesten de alguna u otra forma y, por los cánones periodísticos, se limitan a dar versiones (dos o más), que es muy diferente a llegar a conclusiones claras sobre qué es cierto y qué no lo es. Además, su estilo de redactar es fosilizado en extremo. Incluso su función más básica, la testimonial (decirnos qué pasó), ha quedado en entredicho en varias ocasiones (nada nuevo en esto, pero a través de los blogs ahora nos enteramos).

No obstante, muchos artículos de vieja guardia sí cuentan con un trabajo de investigación y análisis serio. Eso falta en los blogs, que suelen limitarse a opiniones de bote pronto o a informarnos sobre la existencia de dichos artículos (nada malo con esto, mi punto es que falta originalidad y trabajo). En otras palabras, los blogs ayudan mucho a estar informado, pero no contribuyen mucho a entender. Pero para ser justo, es más una cuestión de formato que de pereza.

En cuanto al manejo del blog, es un pasatiempo que ocupa relativamente poco tiempo, pero me beneficia de varias formas concretas. En primer lugar, me ha ayudado a escribir de forma más concisa y directa, como requiere este medio, aunque todavía me cuesta modificar los hábitos formados en años de redactar ensayos y artículos. Por otro lado, complementa muy bien mi trabajo: el blog es una especie de cuaderno permanente de apuntes que me sirve para probar y almacenar ideas para artículos y trabajos de análisis. Pero lo más valioso es que permite ventilar mis intereses y practicar lo que más me gusta: escribir, aunque sea sobre temas tan ?secos? como las finanzas y la economía.