Si se puede decir que el capitalismo tiene héroes, sin duda serían los emprendedores. Algunos, como la novelista Ayn Rand, toman la perspectiva moral: los consideran heroicos por seguir una visión netamente individualista que desafía a la presión social de tomar la vía segura y conformista. Otros se enfocan en el aspecto práctico: los economistas schumpeterianos consideran que son la fuerza vital de la economía, ya que son los responsables de las grandes innovaciones que permiten el crecimiento.
Sin duda, hay mucho de cierto en esto. Pero lo más curioso es que la sociedad en general se beneficia mucho más de su esfuerzo que los propios emprendedores, aunque esa no sea su principal intención o motivación. Esta es la conclusión obvia de este estudio, que busca cuantificar los retornos y los riesgos de las actividades emprendedoras en Estados Unidos.
En esencia, los autores llegaron a la conclusión que históricamente los retornos en negocios propios son muy similares a los que una persona hubiera obtenido invirtiendo en un promedio amplio acciones de empresas que cotizan en la bolsa (de 1952 a 1999, un 13% anual).
La diferencia entre ambas opciones es que el riesgo de un negocio propio es mucho mayor. Si bien los precios de las acciones fluctúan mucho año con año, en el largo plazo ?invirtiendo y manteniéndolas diez años o más?hay una probabilidad superior al 90% de salir ganando. En cambio, diversos estudios han encontrado que sólo el 34% de las empresas nuevas sobreviven 10 años. El 66% restante cierra, generalmente con importantes pérdidas.
Ante estos números, ¿por qué tantas personas persisten en iniciar la aventura de poner una empresa propia? Los autores no ofrecen una respuesta concreta, pero especulan que muchos asignan un valor alto a los beneficios personales (libertad, ausencia de jefes, etc.), otros no resisten el potencial de altas ganancias, aunque la probabilidad de obtenerlas sea baja (la lógica de la lotería), mientras que algunos simplemente subestiman los riesgos.
La sociedad con toda justicia concede un alto grado de estima a los emprendedores, ya que son fuente primordial de la innovación que tanto a mejorado nuestras vidas. Esos beneficios que crean hacen que el costo del capital y trabajo desperdiciado en negocios que fracasan sea tolerable.
Aunque eso es indiscutible, es importante minimizar esos costos. A escala global, ayuda mucho contar con un sistema financiero profundo y competitivo, así como un marco legal y de regulaciones que favorezca a la pequeña empresa. Pero tampoco se puede negar que quienes inician un nuevo negocio
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