Hace una semana nos enteramos que los fondos de pensiones mexicanos, que operan en el esquema de aportaciones obligatorias, podrán (por fin) invertir en acciones a fines de este año. Claro, de forma indirecta, limitada y sólo en títulos de grandes empresas.
Aunque el esquema no me gusta y el momento elegido para implementarlo menos, es un paso importante. A final de cuentas, el mercado mexicano requiere, a como de lugar, una mayor base de inversionistas institucionales para tener niveles adecuados de liquidez y profunidad. De lo contrario, caerá en la irrelevancia, algo que lastimaría al país.
En ese sentido, Chile ofrece un ejemplo importante. Hace casi 20 años permitió que los fondos de pensiones del sistema obligatorio invirtieran en acciones. Actualmente, la renta variable abarca el 30% de los activos. ¿El resultado? El valor de capitalización de su bolsa supera el 80% del PIB, un nivel mayor al de países como Alemania y Canadá. En cambio, en México el valor de las empresas en bolsa no llega ni al 30% del PIB.
martes, mayo 11, 2004
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