Hace unas semanas, se dio a conocer que Francia y Alemania estaban trabajando para crear un esquema conjunto de política industrial, cuyo aparente objetivo era defender y crear grandes "campeones" (empresas líderes) binacionales, a través de mayores vínculos y apoyo estatal.
Ahora resulta que, como siempre, Francia defiende con fervor una mayor integración europea....pero sólo si la beneficia directamente. Al parecer, los alemanes están furiosos por dos casos recientes (ver esta nota).
En primer lugar, el gobierno francés impidió que Novartis, una empresa suiza-alemana, adquiriera a Aventis, una firma franco-alemana. En cambio, arreglaron que Aventis se fusionara con un laboratorio francés, Sanofi. En segundo lugar, está el caso de Alstom, un conglomerado industrial francés que enfrenta serios problemas financieros. Una solución, que Siemens, una empresa alemana muy exitosa del mismo giro, adquiriera a Alstom (totalmente o en partes), fue desechada a favor de un apoyo económico directo del gobierno francés.
Más allá de este punto, vale preguntar si los gobiernos deberían intervenir el ámbito corporativo para mantener en manos nacionales a empresas con serios problemas financieros.
La respuesta que ofrece la economía clásica es, por supuesto, NO: el mercado debe operar con libertad. Por más grande y simbólica que sea una empresa, si no es viable, debe desaparecer o ser adquirida por un rival más fuerte y eficiente para maximizar el uso de los recursos nacionales. Un buen ejemplo son las aeorlíneas nacionales; que durante décadas han sido una fuente inagotable de pérdidas. Además de perder toneladas de dinero manteniéndolas a flote mediante subsidios, los gobiernos suelen apoyarlas limitando la competencia, lo cual implica mayores costos para los usuarios (los únicos beneficiados suelen ser sus administradores políticamente bien conectados y los sindicatos).
Sin embargo.....considero que en algunos casos sí se justifica la intervención gubernamental. En concreto:
1) Cuando el cierre de una empresa implica la pérdida de conocimientos y capacidades tecnológicas importantes. Si la empresa en cuestión es el único fabricante nacinal de algún producto sofisticado, su quiebra o venta puede llevar a que en ese país cese su producción, lo cual implica que todo el conocimiento acumulado para crearlo se puede perder para siempre. A su vez, esto limita la diversificación industrial del país, así como su capacidad para innovar en ese ramo. Por ejemplo, aunque quisiera, sería casi imposible que una empresa mexicana fabricara aviones debido a que en el país nadie tiene experiencia haciendo eso.
Obviamente, en casos donde no hay riesgo de pérdidas de ese tipo, ya sea porque se trata de una empresa que no produce algo único o se trata de una actividad de baja tecnología (p.e. textiles), no hay por qué intervenir.
2) Cuando por el tamaño de una empresa o sector las consecuencias de una quiebra causarían serios problemas al país. El caso más evidente es la banca: todos los países civilizados garantizan hasta cierto punto los depósitos porque de lo contrario los pánicos bancarios tienen consecuencias apocalípticas (buscar en Depresión, Gran). Uno se puede preguntar si no sería mejor dejar que el mercado se encargue en estos casos (es decir, por qué intervenir con empresas grandes y no con medianas). Los escándalos corporativos recientes han demostrado que no es fácil, por toda clase de factores, detectar una mala gestión del equipo administrativo o removerla una vez que se presentan los problemas. En estos casos, la solución del mercado es....la quiebra (con todo lo que eso implica). En ese sentido, el gobierno puede jugar un papel importante gestionando cambios antes de llegar a esos extremos.
Es importante destacar que toda intervención estatal debe ser temporal, preferiblemente no renovable, transparente y debe atacar las causas del problema.
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