El espectro de un alza eventual en las tasas estadounidenses pesa como la Damocles sobre los mercados. México, por supuesto, no está exento. Ante un rebote en la inflación (causado, fundamentalmente, por factores anómalos) y un incremento en los tipos estadounidenses, Banco de México ha decretado una política monetaria más dura. Pero el 27 de abril anunció un endurecimiento fuera de tiempos, que sorprendió a todos.
Esto lo hace mediante el "corto", que básicamente es un mecanismo para limitar el monto de fondos que inyecta al sistema bancario (para ilustrar, si los bancos demandan 100 y Banxico tiene un corto de 20, sólo les ofrece 80 a tasas normales y el resto, si persiste la demanda, a tasas altas). Es una forma de influir en las tasas de interés sin comprometerse a un nivel fijo (como lo hace la Reserva Federal o el BCE). Tiene la ventaja de ser un mecanismo flexible, algo útil en una economía tan volátil como la mexicana, pero a veces no es suficientemente eficaz (al ser indirecto) y se presta a crear confusiones.
Banxico justificó el más reciente aumento en el corto citando una baja en las tasas secundarias (de 5.8% a 5.5%), que se presentó después de que dos días antes, en su reunión regular de política monetaria, mantuvo el "corto" sin cambios. En otras palabras, básicamente está dictando tasas sin querer fijarlas explícitamente. Nadie capta y el mercado de dinero ya no sabe que esperar, lo cual no es bueno cuando de por sí hay mucho nerviosismo ante la inminente alza de tasas en EUA.
Esto lo tomo del interesante análisis que publicó hoy Morgan Stanley sobre este punto.
martes, mayo 11, 2004
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