Comparar a las autoridades mexicanas a las tortugas es injusto.....para las tortugas. A final de cuentas, se trata de un país en donde la mayoría de la tierra agrícola y todos los recursos minerales son propiedad del estado, donde llevamos diez años sin ponernos de acuerdo para permitir que las empresas generen su propia electricidad, donde crear una empresa cuesta más que el salario promedio anual de un trabajador, etc., etc. y tristemente, etc.
Lo mismo aplica en materia de pensiones. A 7 años de la creación de un nuevo sistema para administrar las pensiones de los trabajadores del sector privado basado, como en Chile, en fondos manejados por operadoras privadas (conocidas como Afores), por fin se podrán invertir una parte de esos recursos en acciones que cotizan en bolsa (ver este artículo y esta presentación en formato PDF). Cabe notar que otros países con esquemas similares han permitido eso desde hace muchos años.
Cierto, más vale tarde que nunca. Tal como he señalado previamente, en México –al igual que en otros países--la evidencia histórica confirma que la renta variable ha pagado retornos reales superiores a la renta fija. A largo plazo, eso permitirá reducir el costo fiscal de las pensiones para el gobierno (ya que el estado garantiza, bajo algunas condiciones, una pensión mínima).
Las Afores podrán invertir en acciones sólo de forma indirecta: comprarán una suerte de bono, cuyo principal está garantizado, pero cuyo rendimiento estará ligado parcialmente al retorno ofrecido por índices bursátiles reconocidos (supongo que el IPyC mexicano y algunos otros internacionales). Además, estos instrumentos sólo podrán representar el 15% de la cartera de uno de los fondos (el otro sólo invertirá en renta fija).
Tanto los tiempos como las formas son insatisfactorios. En cuanto a los tiempos, era obvio que las autoridades (que viven con el miedo político de rendimientos negativos) y las Afores (temerosas de atraer escrutinio a su fabulosamente rentable cartel) sólo se atreverían a tomar un mínimo de riesgo después de un alza extraordinaria en el precio de las acciones, como el observado en los últimos 12 meses. El problema con esto es que empezar a invertir cuando el mercado está caro reduce los retornos que se pueden esperar a futuro.
En cuanto a las formas, es obvio que para garantizar que el capital invertido no tendrá pérdidas se tendrá que contar con una especie de seguro o se tendrán que emplear derivados como futuros. Ni uno ni otro salen barato. Pero más allá de este punto, lo que más me molesta es que este vehículo de inversión será contraproducente, ya que al permitir sólo la inversión en acciones integradas a los índices, beneficiará sólo a las grandes empresas establecidas. El problema con la bolsa mexicana es que su falta de liquidez, que afecta sobre todo a las empresas pequeñas y medianas, no ha permitido que se convierta en una fuente atractiva de financiamiento. Al mismo tiempo, muchas de las grandes son adquiridas por firmas extranjeras o más bien buscan estar listadas en los grandes mercados mundiales. En otras palabras, la entrada de las Afores no ayudará a resolver este serio problema estructural.
En fin. Regresaré pronto a este tema.
miércoles, mayo 05, 2004
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