La electricidad es el insumo más importante para los métodos modernos de producción y los estilos modernos de vida. En ese sentido, las tendencias en su consumo nos ofrecen un panorama complementario al que nos presentan las estadísticas comunes de producción e ingreso.
Esto viene a mente porque tuve la oportunidad de revisar algunas cifras de consumo de electricidad en México. Ciertamente, ofrecen un contraste interesante al desempeño de la economía, que entre 2000 y 2002 creció apenas 0.5% real en total. En ese lapso, el consumo de electricidad, incluso en la industria --el sector más golpeado por la pasada recesión--aumentó 3.1% en total (y el consumo residencial 8%). Las cifras se pueden obtener aquí.
No debería ser sorprendente. En los países de ingreso medio, el consumo de la electricidad tiende a crecer mucho más que la producción. Entre 1980 y 2002, el consumo en México de electricidad acumuló un alza de 217%, contra un aumentó de 70% en el PIB real. Lo mismo se observa ya sea en Brasil (173% vs 56%), Chile (279% vs 167%), Tailandia (614.5% vs 254%), Turquía (412% vs 135%) o Sudáfrica (119% vs 47%). (Tomé las cifras de la Energy Information Agency y del FMI).
¿Quiere decir esto que la situación en esas naciones es mejor de lo que pintan otras estadísticas? Tomando en cuenta las limitaciones de las estimaciones de ingreso y producción en países con infraestructura limitada, gobiernos no muy eficientes y enormes mercados negros, es posible. Pero también es muy probable que la electricidad sea un insumo cuya demanda crece desproporcionadamente conforme el ingreso aumenta (quizá reflejando el mayor peso de la industria, que suele ser el principal consumidor).
Pero sólo hasta cierto punto. En los países industrializados, el consumo de electricidad suele crecer a la par o incluso a un ritmo menor que el PIB, reflejando tanto el mayor peso de los servicios dentro del PIB como una mayor capacidad de desarrollar y adoptar tecnologías ahorradoras de energía.
Caso curioso: uno de los pocos países emergentes donde el consumo de la electricidad aumentó en menor grado que el PIB fue China (448% vs 639% en el periodo 1980-2002). Lo mismo sucede en muchas naciones de Europa del Este. Quizá sea la mejor muestra de cuán ineficiente era el comunismo: utilizaba enormes cantidades de energía para producir bienes que nadie quería. Con la introducción de la economía de mercado, esas enormes plantas ineficientes fueron cerradas o transformadas. Esta reorientación de recursos a usos productivos es quizá una de las mejores ilustraciones del significado de la frase "destrucción creativa"
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