martes, agosto 31, 2004

Mitos verdes

En los últimos cuatro años la economía mexicana no se ha caracterizado por su dinamismo, ya que acumuló un crecimiento real de sólo 6.9% entre el 2o trimestre de 2000 y el mismo periodo de 2004. No obstante, hay algunos sectores que presentan buenas cifras: los servicios financieros y los de comunicaciones crecieron 19% cada uno (increíblemente, aportaron el 70% del aumento en el PIB total en este periodo pese a tener un peso inicial en la producción menor a 25%). Pero lo más sorprendente es que el sector que ocupó el tercer lugar fue el agropecuario, cuya producción subió 17% en este lapso.

¿No se suponía que el campo está en crisis? El mismísimo Andrés Manuel López, en su propuesta de proyecto de nación de 20 puntos, presentada el domingo ante unas 300 mil personas, incluyó al "rescate del campo" como uno de los puntos prioritarios. En la ciudad de México, no pasa semana sin que se presente alguna manifestación de "campesinos".

¿Entonces que pasa? De entrada, estoy bastante seguro que las cifras de producción no están distorsionadas. Además, los precios de los productos agrícolas han subido en los últimos años y el clima ha sido relativamente favorable. En ese sentido, la situación del campo ha mejorado sin duda.

Pero los problemas del sector son profundos. La mayoría de los campesinos mexicanos tienen un ingreso bastante bajo: la agricultura ocupa al 20% de la fuerza laboral y genera sólo el 5% del PIB. Esto implica que la productividad laboral del campo sólo alcanza el 25% del promedio. Esto es tan cierto hoy como lo era hace 40 años. En ese sentido, no hay "crisis"; simplemente persisten los rezagos. Aunque las cifras citadas muestran cierta convergencia, lo que realmente se requiere es una salida masiva de campesinos a otras actividades productivas, algo que las leyes feudales de México (la mayoría de la tierra productiva es propiedad del estado y distribuida a través de entidades colectivistas llamadas ejidos) dificultan en extremo (vender la tierra es difícil y la falta de propiedad privada impide el flujo de crédito).

De hecho, el buen desempeño de la producción agrícula es gratamente sorprendente: el sector crece pese a todos los obstáculos. Pero a final de cuentas la producción no es el problema, más bien, es el exceso de personas dedicadas a esta actividad que, debido a toda clase de factores (bajo nivel educativo en el campo, además de los ya citados), no pueden abandonarla (salvo emigrando a EUA).

Claro, ningún político mexicano u organización campesina busca una solución estructural de este tipo. Sus remedios consisten en cerrar la frontera a las importaciones (elevando el precio de los alimentos para todos, empezando por los campesinos sin tierra), aumentar el monto de créditos blandos (es decir, que nucna serán pagados) y subsidios directos.

¿Por qué no crece México?

Ayer escribí exténsamente sobre la trayectoria de crecimiento de México en los dos siglos previos, como precisión a un interesante artículo publicado por Tyler Cowen en Marginal Revolution. La conclusión es que durante el siglo XX México no se acercó, en términos relativos, al ingreso por habitante de Estados Unidos.

Una hipótesis que maneja Cowen es que México debió crecer más (¡gracias Tyler!), en parte porque históricamente ha tenido un gobierno bastante pequeño (aunque él mismo admite que muy ineficiente).

Yo estoy de acuerdo en un punto: el rezago de México se puede atribuir al estado. Sin embargo, Cowen comete un error grande al pensar que el estado mexicano no influye mucho en la economía.

Cierto, en términos de gasto (menos de 25% del PIB), el gobierno mexicano, en todos sus niveles, tiene un peso menor en la economía que sus contrapartes en países de similar grado de desarrollo o en los países ricos. No obstante, el gasto es sólo una de las diversas formas mediante las cuales el estado ejerce su control. De entrada, se me ocurren varias otras.

1. Marco legal: Si bien no es culpa directa de los gobiernos, la propia constitución mexicana reserva el sector energético al estado y mantiene como siervos a los campesinos mediante la propiedad estatal y colectiva de la mayor parte de la tierra. Además, impone fuertes rigideces laborales. Ningún gobernante mexicano ha tenido la valentía de buscar cambiar de forma significativa esta situación.

2. Regulación: Aunque la situación ha mejorado, México es un país absurdamente sobreregulado. En industrias como las telecomunicaciones o las finanzas, impide una verdadera competencia al mantener fuertes barreras a la entrada. En el ámbito micro, abrir una empresa sigue siendo un trámite que dura meses y cuyo costo supera al salario anual promedio.

3. Servicios públicos: En las décadas después de la Segunda Guerra Mundial, después de 30 años de guerra interna, el estado empezó a ofrecer un mínimo de servicios públicos (salud, educación, infraestructura). Eso detonó el fuerte crecimiento observado en esos años. Pero no hemos avanzado mucho desde entonces. El sistema educativo produce legiones de jóvenes semi-alfabetas, buena parte de la infraestructura energética es obsoleta y los caminos dejan mucho que desear. Y claro: el sistema de justicia es totalmente disfuncional y los mexicanos nos sentimos cada vez más inseguros.

4. Nexo entre políticos y empresas: En los 70 años que gobernó el PRI exisitió un pacto entre la clase empresarial y el gobierno. El partido permitió que un puñado de empresarios tuvieran control absoluto o casi absoluto (mediante cárteles) de diversas industrias por medio de la cerrazón a las importaciones, permisos especiales y concesiones. A cambio, éstos proporcionarían apoyo financiero y político. Como resultado, la economía mexicana llegó a estar dominada por sus múltiples oligopolios. La apertura comercial de los años ochenta mejoró la situación, pero muchos sectores siguen manifestando un alto grado de concentración (cemento, medios, transporte aéreo, etc.). Dichos oligopolios siguen siendo protegidos toda la clase política (una de las pocas cosas que tienen en común la izquierda y la derecha).

lunes, agosto 30, 2004

México: Tan cerca de Estados Unidos, tan lejos de la convergencia

Hace unos días, Tyler Cowen, co-autor de Marginal Revolution, uno de los mejores blogs de economía, escribió un interesante artículo sobre el desempeño de la economía mexicana en el muy largo plazo. Léanlo. Por obvias razones, aprovecho la ocasión para hacer mis comentarios y precisiones.

En esencia, Cowen argumenta que el siglo 19 fue un desastre para México. En 1820, su ingreso por habitante era (según datos de Angus Maddison) aproximadamente 60% del nivel observado en Estados Unidos (de hecho, en 1700 el ingreso por persona era mayor en México). Pero en los próximos 50 años bajó 11% en términos reales y entre 1820 y 1900 subió sólo 33, gracias a que la dictadura de Porfirio Díaz ofreció más de tres décadas de estabilidad (+/- de 1880 a 1910). En este lapso, el ingreso por habitante en EUA subió 220%, por lo cual en 1900 el ingreso por habitante en México representaba sólo el 33% del nivel estadounidense.

Hasta este punto, todo bien. Lo que me sorprende es que Cowen afirma que en el siglo XX México tuvo un desempeño superior al estadounidense. Por más que quisiera que esto fuera cierto, la realidad se impone.

Como mencioné, México inició el siglo XX con un ingreso per cápita equivalente al 33% del nivel estadounidense. Al terminar, la brecha era incluso mayor: en 2000, el ingreso por persona alcanzaba sólo el 25% del nivel estadounidense.

No es una cifra tan mala. A final de cuentas, en México el ingreso por habitante aumentó por un factor de 5.3 veces en términos reales (el PIB por habitante mundial se multiplicó por un factor de 4.8 veces). Pero en EUA subió por un factor de 7 veces. Esto apunta a que México es un caso típico y EUA un caso extraordinario.

De hecho, el desempeño mexicano es un tanto mejor si uno toma en cuenta que el ingreso por habitante subió poco, 15% en términos reales, entre 1910 y 1945, años en los que el país estuvo sumado en guerras civiles e innumerables conflictos socio-políticos. En 1944, el PIB por habitante en México representaba sólo el 17.5% del nivel estadounidense.

La verdadera convergencia se presentó entre 1945 y 1982, cuando esa brecha se redujo, pasando de 18% a 35%. Son las décadas del famoso desarrollo estabilizador: la combinación de estabilidad macro con alto crecimiento, fundamentado en la industrialización con base en la sustitución de importaciones.

Pero de 1982 a la fecha, inició de nuevo la divergencia: EUA creció mucho más que México (en 2000, nuestro ingreso por persona sólo representaba el 25% del nivel estadounidense, ya que en 20 años subió sólo 6%).

¿Cómo interpretar esto? Bien, es claro que el alto crecimiento entre 1945 y 1982 se explica en parte por una recuperación natural tras décadas de caos. En ese sentido, se puede decir que entre 1900 y 1982 crecimos sólo a la par de Estados Unidos. Esto nos permite enfocar de forma más precisa la pregunta: por qué México no creció más en el siglo XX y por qué ha presentado tan malos resultados en los últimos 20 años. En la próxima entrega ofreceré algunas respuestas.

sábado, agosto 28, 2004

El otoño negro del peso

Como si fuera un ave migratoria, el peso mexicano se dirige al sur cuando termina el verano. En términos más formales, en los meses de septiembre a noviembre suele depreciarse con una puntualidad notable desde que empezó a flotar en 1995. Este informe (no disponible) que me llegó de Merrill Lynch lo ilustra bien:

"Bottom Line: Over the coming two months, we expect USD-MXN to temporarily jump to as high as 12.00 and, at a minimum, reach a new all time high. Our view has little to do with standard fundamental arguments. Rather, being short peso in the near-term counts on a reliable fundamental seasonal pattern of weakness in the peso between the summer and early fall months."

Los analistas de ML señalan que este movimiento estacional obedece al deterioro en la balanza comercial de México en el cuarto trimestre. En efecto, entre el 40% y 50% del déficit comercial se acumula entre octubre y diciembre, por lo cual los importadores compran dólares un poco antes (septiembre a octubre). Al mismo tiempo, la oferta de dólares en el mercado cambiario nacional, producto de rubros como las remesas y la inversión extranjera, no sigue un patrón estacional similar.

Todo esto suena lógico, pero no me convence del todo. Mi escepticismo no tiene que ver con la evidencia. En efecto, los meses de septiembre y octubre están muy asociados con depreciaciones del peso. De 1996 a 2003, un periodo de ocho años, en cada uno de esos meses se observaron 6 ocasiones en donde cayó el peso y, en conjunto, siempre se registró una depreciación (en noviembre sólo se depreció en 3 ocasiones). Visto de otra forma, de 1996 a la fecha, la depreciación promedio del peso fue de aproximadamente 0.4% mensual. Los promedios de septiembre y octubre fueron de 2% y 1%, respectivamente.

Pero este patrón estacional no es el más marcado. En el mes de enero, el peso ha caído en 7 de 8 ocasiones y la depreciación promedio fue de 14% (ojo, este promedio no refleja una caída dramática en un año, ya que la mediana fue de 17%). O qué decir de junio, cuando también se observó una caída en 7 años y ésta promedia casi 2%. En ambos casos, la consistencia y fuerza del movimiento no se puede explicar por los patrones en el comercio (de febrero a abril son los meses con el déficit más bajo; por su parte, julio y agosto presentan un alza en el déficit, pero mucho menos marcada que la observada en el cuarto trimestre).

Es claro que hay otras fuerzas que operan de forma regular y significativa en el mercado cambiario, las cuales son incluso más relevantes que el comercio internacional. ¿Cuáles son? No estoy muy seguro, pero sospecho que, por lo menos en el caso de las depreciaciones de enero, tienen que ver con la inflación. Ese mes suele tener (junto con diciembre) las tasas más altas de inflación y, dado que las tasas de interés no se ajustan correspondientemente, en México los inversionistas reciben retornos reales negativos, lo cual puede propiciar una salida de capitales al extranjero. Lo malo es que lo anterior no explica el resultado de junio, un mes con inflación relativamente baja.

En fin, es uno de esos misterios no resueltos de la economía......

viernes, agosto 27, 2004

Por qué ganan más los socialistas

No me refiero a quienes comparten dicha ideología política (va sin decir que no soy uno de ellos), sino a quienes cultivan asiduamente sus contactos sociales. Además de mejorar nuestro estado de ánimo, tener muchos amigos puede tener un impacto positivo en los ingresos, como bien señala un trabajo del gran Kenneth Arrow (el artículo orginal está aquí y esta nota en el New York Times lo resume).

La idea central es sencilla. Cuando una empresa contrata un empleado, hay cierto grado de riesgo en la medida en que es difícil predecir su desempeño futuro, incluso tomando en cuenta sus datos curriculares (experiencia previa, educación, etc.). Por tanto, cualquier información adicional es importante y si uno cuenta con un colega que trabaja ahí, esa persona puede darle a la empresa un perfil más completo del candidato, por lo cual disminuye el riesgo y la firma está dispuesta a pagar más. De ahí sigue que entre más grande es nuestra "red social", es más factible obtener un empleo bien pagado.

Aunque en retrospectiva es un resultado evidente, ayuda a explicar misterios como el hecho de que las características curriculares sólo explican el 50% de la variación en los salarios y la disparidad en el ingreso de diversos grupos étnicos (o la que existe entre hombres y mujeres).

¿Por qué les va tan bien a las acciones mexicanas?

En los últimos cuatro años, las acciones mexicanas ganaron 26% en dólares, mientras que un promedio de los mercados emergentes arroja un alza menor al 2%. Paradójicamente, en este lapso la economía mexicana ha sido una de las que menor crecimiento presentó.

No es un caso de exuberancia irracional, como explico en este artículo (publicado en El Financiero). En esencia, dos factores han ayudado mucho al mercado nacional.

1) El premio de riesgo país (que consiste en la diferencia entre los bonos gubernamentales mexicanos y estadounidenses emitidos en dólares) ha caído más que el promedio de los mercados emergentes, gracias al manejo "prudente" de las finanzas públicas y la política macro.

2) El desempeño operativo de las principales empresas nacionales ha sido mucho mejor que lo que indicaría el crecimiento del PIB. Esto se explica porque la conformación sectorial de estas empresas no se parece a la de la economía: están sobrerepresentados sectores de alto crecimiento como las telecomunicaciones y la vivienda (no incluyen sectores de mal desempeño como las manufacturas). No obstante, la diferencia realmente es marcada por dos empresas, América Móvil (telefonía celular) y Wal-Mart de México, que son enormes y cuyo desempeño ha sido excelente.

miércoles, agosto 25, 2004

Petróleo: La cuestión de la geología

En semanas recientes he dedicado mucho espacio al tema del petróleo (ver mi análisis más reciente), centrándome en la coyuntura y las perspectivas de corto y mediano plazo. Pero a final de cuentas un análisis más completo requiere entender las tendencias de largo plazo tanto en la oferta como en la demanda. Respecto a la primera, el tema principal es la cantidad disponible de petróleo, algo que determina la geología y las tecnologías de exploración y extracción.

De estas cuestiones no tengo la más pálida idea, lamentablemente. La buena noticia es que hay personas mucho más listas y conocedoras que yo. Un artículo (ver aquí la primera parte y aquí la segunda) publicado por Robert Feldman, un economista de Morgan Stanley, fue muy ilustrativo. En conjunto con otros análisis que he visto recientemente (esta nota, y otras que ofrece Asia Times, es un buen ejemplo), hay una conclusión clara: parece que hay buenas bases para pensar que la producción mundial de petróleo está por alcanzar sus niveles máximos en los próximos cinco años (algunos piensan que en 2005, otros que en 2010).

Obviamente, bajo las circunstancias actuales, los analistas más pesimistas reciben toda la atención, mientras que otras voces más optimistas son relegadas al olvido temporal (es decir, volverán a ser escuchadas cuando bajen los precios).

No obstante, es posible que las restricciones sobre el crecimiento de la oferta serán más fuertes en los próximos años. Junto con las amenazas terroristas y el aumento en el consumo de las potencias económicas emergentes (China e India), eso implica que el nuevo precio de equilibrio del petróleo a largo plazo superará los 30 dólares por barril, tal como indican los futuros.


martes, agosto 24, 2004

La mente de los electores

¿Qué factores toman en cuenta los votantes a la hora de hacer su elección? Es una pregunta muy relevante considerando el interés en y la importancia de las próximas elecciones en Estados Unidos. Según este interesante artículo, para la gran mayoría cuestiones como la ideología y las propuestas de los candidatos son poco relevantes. En la práctica, parece que lo que importa son factores poco "profundos" como la personalidad o incluso el tono (más que la substancia) de los mensajes políticos. Esta cita es impactante:

When you move downward through what Converse called the public?s ?belief strata,? candidates are quickly separated from ideology and issues, and they become attached, in voters? minds, to idiosyncratic clusters of ideas and attitudes. The most widely known fact about George H. W. Bush in the 1992 election was that he hated broccoli. Eighty-six per cent of likely voters in that election knew that the Bushes? dog?s name was Millie; only fifteen per cent knew that Bush and Clinton both favored the death penalty. It?s not that people know nothing. It?s just that politics is not what they know.

No es un argumento nuevo, pero ciertamente es desconcertante que una de las elecciones más importantes en años será decidida por asuntos como el "optimismo" del candidato. En todo caso, lo único que queda para no deprimirse demasiado es la famosa frase de Churchill: (algo como) "La democracia es un sistema terrible de gobierno, pero es el mejor que conocemos".

jueves, agosto 12, 2004

¿Cómo elevar la productividad?

La productividad es la clave para elevar el nivel de vida de los países pobres. Para hacerla crecer, se necesitan reformas institucionales para contar con gobiernos eficaces, sistemas financieros eficientes para captar recursos e invertirlos productivamente, marcos legales que protejan los derechos de propiedad, variables macro estables, etc. Si suena complicado, lo es. Pero también hay una ruta alternativa: tomar unas píldoras para hacer que la gente trabaje más y mejor. ¿Ciencia ficción? Según esta nota, un grupo de investigadores estadounidenses ya logró esto.....en monos. Aparentemente, nuestros primos evolutivos comparten nuestra tendencia a perder el tiempo y ponernos a trabajar frenéticamente cuando las fechas límites son inminentes.

Mi opinión: hay que quemar a esos científicos en la hoguera. De lo contario, en no muchos años seremos forzados a tomar una pequeña píldora al llegar a la oficina.....

Más sobre el petróleo

Hace un par de días comenté que uno de los factores detrás del alza del precio del petróleo es el inesperadamente fuerte crecimiento de la demanda. Pues según las nuevas estimaciones de la Agencia Internacional de Energía, el consumo está creciendo incluso más de lo que se estimaba hace unas semanas. Dentro de todo, hay una buena noticia: Arabia Saudita afirma que puede elevar su producción. Ojalá sea cierto.

martes, agosto 10, 2004

Petróleo: ¿Al infinito y más allá?

El petróleo es el tema du jour en los mercados. Como era de esperarse, los medios se han centrado en los aspectos más llamativos: a) el nivel cercano a 45 dólares por barril es un máximo histórico nominal (aunque ajustado por inflación está lejos de las marcas impuestas en 1980-81) b) persiste la amenaza de interrupciones al abasto debido al terrorismo y c) el gobierno ruso amenaza con cerrar a Yukos, el principal productor de ese país. Todo esto influye en el precio del oro negro, sin duda. Pero también hay varios factores propios de la dinámica del mercado que han incidido en esta tendencia alcista, como analizo en este artículo publicado en El Financiero.

En particular, creo que la situación se puede resumir de forma muy concisa:
1) La demanda este año creció de forma sorprendentemente fuerte: ha superado a los pronósticos de principios de año por más de 2 millones de barriles, una cantidad muy importante, en buena medida por el consumo en China y Estados Unidos.
2) Actualmente, tanto los países de la OPEP como los productores independientes están produciendo a máxima capacidad. De hecho, la capacidad ociosa de la OPEP bajó en casi 50% en seis meses y suma sólo un millón de barriles diarios.
3) El segundo trimestre, cuando se presentó la más reciente alza en precios, es la época del año con menor demanda, la cual subirá constantemente hasta alcanzar su máximo en el último trimestre.

Sumando el punto 2) al punto 3), es claro que abastecer el mercado en lo que resta del año será un enorme reto, aunque los terroristas estén quietos y Yukos siga funcionando. Lo único que queda es rezar que la economía China (e incluso la estadounidense) se enfríe pronto o que Arabia Saudita encuentre la forma de elevar su producción (respecto a este punto hay mucha confusión).

En todo caso, no dudo que los precios suban más e incluso rebasen los US$50 por barril en algún momento, aunque dudo que permanezcan por arriba de ese nivel por mucho tiempo (salvo que los riesgos geopolíticos en cuestión en efecto se materialicen). Ya veremos....


jueves, agosto 05, 2004

En defensa de Google

En cuestión de días o semanas, Google, la famosa herramienta de búsqueda en Internet, colocará por primera vez sus acciones en bolsa. Lo sorprendente es que el proceso de colocación será muy diferente al usual: se llevará a cabo mediante una subasta en la que (casi) cualquier persona puede participar (para entrarle, hay que inscribirse aquí). A pesar de que es un método más equitativo y eficiente, en días pasados se han presentado varias críticas hacia él.

Para entender las críticas, primero vale la pena recordar cómo suelen funcionar las colocaciones. En primer lugar, la empresa en cuestión designa a un banco de inversión (o un grupo de ellos) como agentes. Estos bancos asignan un precio a las acciones que garantiza que todos los títulos serán adquiridos. Suena perfectamente legítimo, pero en la práctica no es así. Los precios de las ofertas públicas suelen fijarse por debajo del valor real de mercado. Esto equivale a "garantizar" un rendimiento positivo para los clientes de los bancos que adquieren esas acciones. Claro, este favor tiene su costo: los clientes reciben acciones de colocaciones a cambio de conceder más negocios (colocaciones, corretaje, administración de fondos) a los propios bancos colocadores.

La parte perdedora es la empresa que vende sus acciones. Recibe menos dinero del que podría obtener. Además, también pierden todos los inversionistas interesados en comprar acciones, pero que no tienen las conexiones, el poder o la riqueza exigida por los bancos de inversión.

Todos están de acuerdo que no es un buen sistema. Tampoco discuten que el sistema de subastas fijará un precio para las acciones mucho más acorde con el valor de mercado de la empresa. A pesar de todo esto, hay quienes critican la decisión de Google.

Este artículo de Henry Blodget es un buen ejemplo. En esencia, tiene tres argumentos en contra del método de la subasta:
1) En la subasta participarán muchos inversionistas individuales que probablemente no tengan los elementos ni el conocimiento para asignar un valor realista a las acciones de Google, por lo cual es probable que sus posturas sean demasiado altas.
2) Al ser mayor el precio de colocación que el valor real de la empresa (el cual de por sí es muy incierto), las acciones muy probablemente presentarán bajas posteriores. Contrasta esto de manera desfavorable con el viejo sistema que garantizaba alzas instantaneas y concluye que entrarle a la subasta de Google es igual que apostar.
3) Debido a la probable discrepancia entre el precio inicial y el valor de mercado que se presentará posteriormente, es mejor no participar en la subasta.

Estos argumentos son irrelevante. Uno debe invertir en acciones de una impresa sólo si considera que su valor real es mayor al precio actual. Determinar el valor real implica llevar a cabo un ejercicio serio de análisis de las finanzas, las perspectivas de crecimiento, la estrategia de la firma, etc. No es algo que cualquiera puede hacer, eso es cierto, y quienes no tienen la capacidad de hacerlo o la confianza en sus números deben abstenerse de entrarle a este tipo de actividades.

En ese sentido, uno debe hacer una postura congruente con el análisis. Si el precio final resulta ser mayor al que uno está dispuesto a ofrecer, en realidad no pierde nada: lo más probable, si el análisis fue bueno, es que la acción baje de valor posteriormente. Una vez que disminuya su precio, se puede evaluar la conveniencia de comprar. En cambio, si el precio es inferior a la postura, entonces uno adquiere un título con buenas posibilidades de apreciación. Por tanto, la clave es llevar a cabo un buen análisis, algo que no tiene nada que ver con apostar.

Todo esto requiere una perspectiva de largo plazo, la cual es la única apropiada para invertir en acciones por la volatilidad inherente de los mercados. Es patético que Blodget lamente los días en que unos cuántos privilegiados invertían en ofertas porque garantizaban una ganancia rápida.

Por último, cabe recordar que las viejas prácticas eran fatales tanto para los inversionistas serios como para las mismas empresas. En la medida en que éstas no recibían todo el dinero que podían haber obtenido, que era requerido para financiar sus operaciones y su crecimiento (algo particularmente importante en empresas deficitarias como Google), sus perspectivas de sobrevivir y prosperar se disminuían intencionalmente en aras de las ganancias de corto plazo. En ese sentido, una subasta es un método muy superior para todos.

Injusticia a la mexicana

Es un hecho que ningún país puede salir adelante, a largo plazo, sin un sistema eficaz y equitativo de procuración de la justicia. En México, el tercer poder es totalmente disfuncional en todos sus niveles y funciones. Hay muchas causas. Sin duda, tiene serias fallas de origen (los procesos judiciales en este país son tortuosos y burocráticos por diseño). Pero el argumento más común es que las deficiencias están relacionadas con la falta de recursos.

¿Es cierto esto último? Gracias a la Ley de Acceso a la Información, que entró en vigor el año pasado (ver detalles aquí), ahora podemos conocer la forma en que opera el sistema judicial federal. Aunque me limité a revisar el ámbito laboral, les anticipo que el problema no es la falta de dinero, sino el mal uso del mismo.

El sistema judicial federal es administrado por el Consejo de la Judicatura Federal (CSJ), mientras que la Suprema Corte se encarga del ámbito constitucional. Dicho esto, veamos algunas cifras sobre el número de trabajadores (disponibles aquí para el CSJ y aquí para la Suprema Corte). Para tener un punto de referencia, también incluyo los totales del poder judicial estadounidense en el ámbito federal.

-En México, el poder judicial federal tiene 29,800 empleados (desde jueces a cocineros), mientras que su contraparte estadounidense tiene 34,000 empleados (los detalles se pueden ver aquí), a pesar de que la población de ese país es 2.7 veces mayor a la nuestra.

-Si nos limitamos a las Supremas Cortes de ambos países, la mexicana emplea a 2,700 personas, mientras que la estadounidense tiene 430 empleados. Simplemente grotesco.

-El problema no son la falta de recursos. En México, hay cerca de 900 jueces federales, mientras que en EUA ese total suma casi 1,700. Además, la remuneración promedio de un juez mexicano, cerca de 146,000 dólares al año, no tiene nada que pedirle a lo que ganan sus contrapartes de allende la frontera.

-Claramente, el sistema judicial federal mexicano tiene un enorme exceso de trabajadores. Por ejemplo, emplea a más choferes que jueces y cuenta con un ejército (13,000) de ?oficiales judiciales?, que quién sabe que hacen. En blanco y negro, hay casi 30 trabajadores judiciales por cada juez en México; en EUA ese número se ubica en 20.

Esto muestra un punto que con frecuencia olvidamos: en los países en vías de desarrollo, muchas veces el problema no es ni la falta de dinero ni las prioridades, sino simplemente la mala administración de los recursos disponibles.

domingo, agosto 01, 2004

El fin de la publicidad como la conocemos

Según este artículo del Financial Times, el año pasado la industria de medios en Estados Unidos alcanzó una marca histórica: por primera vez, la venta directa a los clientes rebasó al ingreso derivado de la publicidad.

"According to a study published on Monday, consumer spending on media last year rose 6.5 per cent to $178.4bn, surpassing advertising, which grew by 3.2 per cent to $175.8bn.
The report published by Veronis Suhler Stevenson, the media merchant bank signals a willingness by US consumers to pay for information and entertainment that matches their interests rather than relying on advertising-supported media designed to appeal to a broader audience.
James Rutherfurd, executive vice-president and managing director of VSS, said: ?Consumers are voting with their pocketbooks. One of the things they seem to want to do is avoid or minimise advertising.?
The report says consumer spending on media accounted for 27.5 per cent of media revenues last year, ahead of advertising, speciality marketing and spending by businesses. Consumer spending has grown at a compound rate of 7.9 per cent a year since 1998, reflecting the rising cost of cable and satellite television and the growth of premium services. It also reflects the growth of the video game industry, the rise of DVDs and consumers' embrace of the internet."


Según la nota, los publicistas están buscando adaptarse a esta nueva realidad. Por ejemplo, buscan colocar productos en películas, videojuegos, etc.

Es claro lo que sucede, pero hay que preguntarse el por qué. Sin duda, la publicidad es molesta, pero a final de cuentas es un costo indirecto bastante modesto comparado con los beneficios que ofrece (radio y TV gratuita, diarios y revistas vendidas a un costo menor al de producción, etc.). De no existir la publicidad, tendríamos que pagar mucho más del 2% del gasto en medios.

Me parece que este fenómeno tiene todo que ver con Internet. Parte de la función de la publicidad es informativa. Es una señal que nos ayuda a conocer y diferenciar productos según sus características. Pero hoy día, una simple búsqueda en Google nos ofrece información mucho más amplia y precisa (basta pensar en cómo ha alterado nuestra forma de comprar autos). Claro, la publicidad masiva no desaparecerá, ya que seguirá siendo indispensable para establecer la conciencia de marca y las relaciones emotivas con los productos. No obstante, en el futuro veo menos anuncios y seguramente serán muy diferentes a los actuales.

De regreso

Tras unas largas y merecidas vacaciones, ya estoy de vuelta. Un saludo a todos.