sábado, agosto 28, 2004

El otoño negro del peso

Como si fuera un ave migratoria, el peso mexicano se dirige al sur cuando termina el verano. En términos más formales, en los meses de septiembre a noviembre suele depreciarse con una puntualidad notable desde que empezó a flotar en 1995. Este informe (no disponible) que me llegó de Merrill Lynch lo ilustra bien:

"Bottom Line: Over the coming two months, we expect USD-MXN to temporarily jump to as high as 12.00 and, at a minimum, reach a new all time high. Our view has little to do with standard fundamental arguments. Rather, being short peso in the near-term counts on a reliable fundamental seasonal pattern of weakness in the peso between the summer and early fall months."

Los analistas de ML señalan que este movimiento estacional obedece al deterioro en la balanza comercial de México en el cuarto trimestre. En efecto, entre el 40% y 50% del déficit comercial se acumula entre octubre y diciembre, por lo cual los importadores compran dólares un poco antes (septiembre a octubre). Al mismo tiempo, la oferta de dólares en el mercado cambiario nacional, producto de rubros como las remesas y la inversión extranjera, no sigue un patrón estacional similar.

Todo esto suena lógico, pero no me convence del todo. Mi escepticismo no tiene que ver con la evidencia. En efecto, los meses de septiembre y octubre están muy asociados con depreciaciones del peso. De 1996 a 2003, un periodo de ocho años, en cada uno de esos meses se observaron 6 ocasiones en donde cayó el peso y, en conjunto, siempre se registró una depreciación (en noviembre sólo se depreció en 3 ocasiones). Visto de otra forma, de 1996 a la fecha, la depreciación promedio del peso fue de aproximadamente 0.4% mensual. Los promedios de septiembre y octubre fueron de 2% y 1%, respectivamente.

Pero este patrón estacional no es el más marcado. En el mes de enero, el peso ha caído en 7 de 8 ocasiones y la depreciación promedio fue de 14% (ojo, este promedio no refleja una caída dramática en un año, ya que la mediana fue de 17%). O qué decir de junio, cuando también se observó una caída en 7 años y ésta promedia casi 2%. En ambos casos, la consistencia y fuerza del movimiento no se puede explicar por los patrones en el comercio (de febrero a abril son los meses con el déficit más bajo; por su parte, julio y agosto presentan un alza en el déficit, pero mucho menos marcada que la observada en el cuarto trimestre).

Es claro que hay otras fuerzas que operan de forma regular y significativa en el mercado cambiario, las cuales son incluso más relevantes que el comercio internacional. ¿Cuáles son? No estoy muy seguro, pero sospecho que, por lo menos en el caso de las depreciaciones de enero, tienen que ver con la inflación. Ese mes suele tener (junto con diciembre) las tasas más altas de inflación y, dado que las tasas de interés no se ajustan correspondientemente, en México los inversionistas reciben retornos reales negativos, lo cual puede propiciar una salida de capitales al extranjero. Lo malo es que lo anterior no explica el resultado de junio, un mes con inflación relativamente baja.

En fin, es uno de esos misterios no resueltos de la economía......

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