viernes, octubre 15, 2004

....y la decadencia estadounidense

De entrada, en estos tiempos no está de más afirmar que no soy anti-estadounidense. Todo lo contrario: la mitad de mi familia nació o vive allá. Por ese motivo y por el hecho de que la salud económica de México depende en buena medida de nuestro vecino es que me preocupa mucho lo que está sucediendo en ese país.

En concreto, la democracia estadounidense parece enferma y eso se refleja en otros ámbitos, incluyendo la economía.

Hace unas semanas, The Economist publicó una serie de artículos (la introducción está aquí, pero requiere $$)sobre los problemas que enfrenta la democracia estadounidense.

La letanía es larga: en muchos lugares no hay métodos confiables de votación (como vimos en el 2000 y los remedios --principalmente máquinas electrónicas--sólo agravan el problema original), no se ha encontrado soluciones al problema de exceso de dinero en las campañas, el trámite para registrarse como votante es complicado y en muchos estados un gran número de personas (generalmente ex convictos) no tienen derecho a votar, por nombrar los más prominentes. Incluso hay informes, no sé qué tan confiables, de intimidación de votantes potenciales y cosas peóres.

El más grave, desde mi punto de vista, es la práctica de modificar los distritos electorales para la elección de diputados. Esto es algo necesario para reflejar los cambios en el crecimiento y el patrón de residencia de la población. Pero los políticos lo han llevado más allá: los distritos en la mayor parte del país son "diseñados" para otorgar mayorías garantizadas a uno u otro partido. Esto se hace con base en la orientación política de la población mayoritaria de ciertas zonas. Así, por ejemplo, se puede crear un distrito que vote siempre a favor de los demócratas incorporando sólo zonas en donde la población afro-americana --que ordinariamente vota en una proporción de 90% o más por ese partido--sea mayoritaria.

The Economist explica las consecuencias directas:

This is not just unfair; it puts people off voting (why bother in those 400
districts where the result is a foregone conclusion?) and it drives politics to
the extremes. With no chance of being unseated by the other party, a
congressman's only threat is the partisans in the primary; so Republicans become
ever more conservative and Democrats ever more left-wing.


No es exageración, como deja claro esta cita tomada de un artículo relacionado:

In 2002, just four incumbents lost to challengers at the polls (another
four lost in primaries). North Korea might be proud of the incumbent re-election
rate: 99%. More than nine in ten Americans live in districts that are, in
practice, one-party monopolies.


Como los republicanos tienen mayorías legislativas tanto en el ámbito federal como en los estados, esta práctica los ha beneficiado. Pase lo que pase en la elección presidencial, controlarán la cámara baja del legislativo.

Pero esto sólo es el comienzo. Cuando los candidatos saben que serán reelegidos sin importar lo que hacen, deja de haber una rendición de cuentas efectiva ante el electorado. Además, incrementa la importancia del dinero en la política, ya que si la competencia (sobre todo en las primarias dentro de un mismo partido) no se basa en ideas y programas, se carga más a estrategias de saturación en los medios. A su vez, esto lleva a que los políticos dependan del dinero donado por individuos ricos y empresas, dos grupos que siempre exigen algo a cambio.

Resumniendo, la manipulación de los distritos electorales crea apatía, rompe el vínculo entre el legislador y su distrito, aumenta la corrupción y polariza la política, entre otros resultados nocivos. Naturalmente, el resultado final son malas leyes y políticas públicas, como los masivos recortes a impuestos promovidos por George W. Bush o los últimos cambios al código fiscal. Además, cuando un partido controla la presidencia y el legislativo, esta práctica atroz debilita de forma importante la división de poderes, lo cual explica la falta de consecuencias para Bush de sus terribles errores en Irak.

No me cabe duda que todo el mundo se beneficia cuando Estados Unidos es gobernado de forma sensata y eficaz. En ese sentido, el deterioro de la democracia en ese país es un muy mal augurio, sea quien sea el próximo presidente. Lo más triste es que ni uno ni otro candidato siquiera ha mencionado el tema.

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