Hace unos meses escribí una nota ("El altruismo de los emprendedores") sobre los resultados de un estudio académico que demostró que: 1) los retornos captados por quienes inician un nuevo negocio son similares a los que uno obtendría invirtiendo en una cartera diversificada de acciones; y 2) el nivel de riesgo que enfrentan los emprendedores es mucho más alto comparado con la otra alternativa. En otras palabras, el cálculo de riesgo-retorno favorece más al inversionista que al emprendedor.
Suena como una conclusión poco creíble, pero vía Cafe Hayek me enteré de otro estudio que respalda indirectamente este resultado. En esencia, el autor (William Nordhaus, de Yale, quien redactó el estudio más profético y preciso sobre los costos de la guerra en Irak) calcula que los innovadores capturan sólo el 2.2% de los beneficios totales de la innovación (es decir, las ganancias por conceptos como menores costos de producción menos el costo de innovar). Este resultado es válido para Estados Unidos en las últimas décadas
Si bien sólo una parte de la actividad emprendedora es innovadora, uno esperaría que fuera la parte más rentable. Pues resulta que no. Visto de otra forma, desde el punto de vista del emprendedor no hay mucha diferencia, en términos del retorno obtenido, entre establecer una tintorería de barrio y crear un nuevo programa de software.
Para la sociedad en su conjunto, es claro que el aspirante a ser el nuevo Bill Gates produce mucho más valor, pero la limitada protección a la propiedad intelectual (patentes, derechos de autor, etc.) y la eficiencia capitalista que atrae a imitadores impide que el inventor gane mucho en promedio. Claro, hay excepciones y quizá ese "efecto lotería" proporcione, junto al prestigio, la motivación real.
P.D. Sería interesante que Larry Lessig comentara al respecto.
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