En estos días de fuerte turbulencia política, vale la pena recordar que hay un termómetro que mide, con bastante precisión, las expectativas de los inversionistas en torno a la solvencia de largo plazo del país. Es el célebre "riesgo país", que mide la diferencia entre el rendimiento los bonos del gobierno mexicano emitidos en dólares y sus contrapartes del Tesoro estadounidense. A principios de mes, llegó a un mínimo histórico de unos 195 puntos básicos. Actualmente, ronda cerca de los 215 puntos básicos, cortesía de los berrinches recientes de nuestra clase política.
En estricto sentido, este indicador está relacionado con la probabilidad de que el gobierno declare moratoria con respecto a su deuda extranjera. Puede ir de cero (no hay riesgo alguno) a más de 4000 (como sucedió cuando Argentina cayó en mora). En ese sentido, el alza reciente es muy moderada, considerando que a fines del año pasado el riesgo país estaba por encima de los 300 puntos básicos.
Esto es razonable. Las finanzas públicas del país no enfrentan problemas serios a corto plazo, al menos que baje mucho el precio del petróleo. A largo plazo es otra historia, tomando en cuenta las necesidades existentes de inversión de la industria energética y las pensiones de los burócratas.
En ese sentido, si no hay reforma fiscal, lo que podemos esperar es un alza gradual del riesgo país en los siguientes años. Ésta podría acelerarse dependiendo de lo que suceda en el ámbito político y en los precios del petróleo.
Ojo. El alza reciente ya tuvo consecuencias, como la caída de más de 2% en el precio de las acciones mexicanas y la depreciación del peso. Claramente, los inversionistas piensan que el riesgo país tocó fondo y eso limitará la apreciación de los activos financieros nacionales, por lo cual muchos están liquidando posiciones. Pero tomando en cuenta que las necesidades de financiamiento externo del país son limitadas, dudo mucho que incluso la muerte definitiva de las reformas conduzca a una depreciación más allá de los 12 pesos por dólar.
P.D. Hoy publiqué una nota precisamente sobre el impacto del riesgo país en el valor de las acciones latinoamericanas.
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