Ojalá que se publicaran más artÃculos de este tipo. Según el gobierno del Distrito Federal, el precio cobrado por el suministro de agua es de 1.2 pesos cuando el costo real de este servicio es de 5 a 8 pesos. La lógica empleada por nuestros gobernantes para justificar este subsidio proviene de los anales de la Dimensión Desconocida:
En el caso del DF, el problema es más complejo porque hay colonias donde no reciben agua, otras por tandeo, "entonces hay que pensar muy bien la forma de realizar un ajuste tarifario, pues no es sencillo hacerlo cuando no se presta todo el servicio".
Palabras del tesorero del GDF. ¿Acaso no se le ocurre a este señor y a su jefe que una de las causas por la cual no hay un abastecimiento adecuado de agua en muchas colonias es precisamente porque se gasta mucho en subsidios y no queda dinero para expandir la infraestructura?
Ya estamos en pleno S. XXI y seguimos sin querer aceptar verdades evidentes. Una de ellas es que la mejor forma de apoyar a los que menos tienen es a través del gasto (transferencias directas de dinero) y no por medio de subsidios o cobros diferenciados de impuestos y servicios.
El caso del agua es un excelente ejemplo. Al mantener los precios artificialmente bajos, se genera un consumo excesivo que a su vez agrava el problema financiero y tiene consecuencias ambientales adversas (¿a caso no nos recuerdan todos los dÃas que es importante conservar el agua?). Tampoco hay que olvidar que los recursos empleados en subsidiar por igual a ricos y pobres impiden mejorar la calidad y extensión del servicio.
TendrÃa mucho sentido dejar de subsidiar este rubro y cobrar de acuerdo a la cantidad consumida. Si López Obrador quiere mitigar el impacto, puede enviar un cheque mensual o vales de consumo de agua a los hogares de menos ingresos (facilmente identificables en términos geográficos). Todos ganarÃan, ya que el servicio mejorarÃa y el déficit financiero bajarÃa al mismo tiempo.
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