Los desastres naturales suceden y no podemos hacer nada al respecto. El caso actual de los incendios en California es uno de tantos que se presentan cada año. Como siempre, hay un enorme costo en términos de daños a la propiedad y en vidas. En este caso, casi 20 muertos y más de mil casas destruidas.
Lo que me llama mucho la atención es que todos saben que el sur de California, al igual que partes de Australia, son muy susceptibles a los incendios masivos. No obstante, construyen casas de madera junto a zonas vulnerables. Ejemplos similares hay en todo el mundo.
¿Por qué no se planea para estas contingencias? En parte, la codicia: muchas personas prefieren comprar un terreno y casa de bajo costo en un lugar vulnerable aunque saben que hay un riesgo bajo, pero no trivial, de un desastre. En estos casos, lo más lógico es que el gobierno obligara a que todos los dueños de inmuebles cuenten con un seguro contra desastres (como sucede con los autos). Lógicamente, eso inhibiría que se contruyeran viviendas en zonas propensas a daños, ya que el costo del seguro más que superaría los ahorros de comprar un terreno barato. Así, cuando llegue el inevitable desastre, los daños serán mucho menores. O por lo menos los gobiernos deberían cobrar un mayor impuesto a la propiedad en zonas de alto riesgo.
Esto no sucede por vil populismo. Ningún político quiere imponer costos a los propietarios (y menos en California) ni ser visto como alguien que inhibe el desarrollo de la vivienda. Además, cuando hay un desastre, compensan financieramente a los tontos que por ahorrar un poco se ponen en peligro. El resultado: cuentas millonarias para los contribuyentes y mayor pérdida de vidas. Ojalá alguien tenga el valor de imponer el sentido común.
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