Establecer una loterÃa es un medio favorito de los gobiernos para obtener más ingresos sin aumentar impuestos. Los crÃticos argumentan que es algo poco ético, ya la mayor parte del dinero recaudado por las loterÃas proviene de los pobres. Aunque se regrese de alguna forma las ganancias a los grupos menos favorecidos vÃa gasto social o en proyectos de caridad (como supuestamente sucede en México), de todas formas salen perdiendo, ya que los costos administrativos se llevan una buena tajada.
¿Qué tan cierto es esto? La Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares (2000) ofrece datos muy interesantes. De entrada, parece desmentir la base de dicha crÃtica. Entre el 10% del total de los hogares con mayor ingreso, cerca del 8% gasta en loterÃas u otros juegos de azar. Ese porcentaje baja a menos de 1% en los hogares de menor ingreso. En términos de dinero, el 10% del total de los hogares con mayor ingreso gasta el 42% de los recursos destinados concepto. Parece entonces que los ricos subsidian indirectamente a los grupos de menor ingreso.
Pero el asunto no es tan sencillo. Tomando sólo los hogares que sà gastan en loterÃas y juegos de azar, resulta que el gasto por hogar de los más ricos es sólo dos veces mayor al de los más pobres. Si traducimos esto a un porcentaje del gasto total de las familias, los hogares más pobres que compran boletos de loterÃa y similares destinan el 7% de sus erogaciones monetarias a ellos, mientras que los hogares más ricos sólo desperdician el 0.7% de su gasto de esta forma.
En otras palabras, los pobres son sensatos: pocos gastan en loterÃa y juegos de azar. Pero los incautos que sà lo hacen gastan mucho. Esto no sorprende, tomando en cuenta que se reconoce que hay personas que apuestan compulsivamente y que éstas causan un gran daño a sus familias. La pregunta es si el dinero recaudado por la loterÃa entre los estratos de ingreso alto compensa el daño de afectar seriamente la economÃa de algunos hogares de bajo ingreso.
Por cuestiones de libertad, no veo por qué el estado impida que las personas gasten en juegos de azar si asà lo desean. Pero tampoco veo gran lógica en que él patrocine directamente un esquema que sà causa daños sociales a decenas de miles de hogares.
viernes, octubre 17, 2003
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