Resulta que Alejandra Barrales, ex líder del sindicato de sobrecargos, ocupa el segundo lugar entre los diputados del PRD electos a la Asamblea del D.F. en términos de riqueza, con un patrimonio de 4 millones de pesos (sólo le gana la actriz y ex delegada María Rojo).
En principio, eso no tiene nada de malo, pero en este caso tiene todo que ver con el hecho de que volar de la ciudad de México a Culiacán (o muchos otros destinos dentro del país) cuesta más que volar a Nueva York. El estado, a través de Cintra, es dueño de las principales líneas aéreas del país. Es un monoplio insólito, ya que a diferencia de Telmex, pierde dinero y está al borde de la quiebra. Los costos operativos de Mexicana y Aeroméxico superan incluso al promedio internacional.
La razón es sencilla: el gobierno teme una huelga por el ruido político que eso causaría y, por tanto, cede a las demandas de los sindicatos del sector. Si no puede enfrentar a cientos de campesinos con machetes, seguro le causa terror imaginar un conflicto con miles de sobrecargos armadas con minifaldas.
¿El resultado? Los mexicanos pagamos tarifas de primera clase por un servicio de tercera y sectores importantes como el turismo pierden competitividad. Hay dos opciones para salir de este problema: 1) privatizar las aerolíneas, quizá después de una quiebra previa para subyugar a los sindicatos y/o 2) abrir el mercado doméstico a líneas aéreas extranjeras. Francamente, las aeorlíneas no son una industria estratégica y lo único que me interesa es pagar menos.
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