Ayer se confirmó que se llevará a cabo a principios del 2004. En principio, es una buena noticia, pero hay un peligro real de que no se generen acuerdos útiles..
Dicho eso, el país necesita un reordenamiento drástico del sistema fiscal. Más allá del tema de elevar la recaudación total, el enfoque central debe ser el federalismo. Actualmente, el gobierno central recauda el 96% de los impuestos del país (sin contar aportaciones del seguro social), mientras que los estados y municipios generan el 4% restante. Como el gasto no es tan desigual, el gobierno federal directa e indirectamente financia gran parte de las erogaciones de los gobiernos estatales y locales.
Para muchos, este arreglo no es tan malo. El hecho de que el gobierno central recaude casi todos los impuestos puede traer ventajas en términos de un menor costo por la centralización. Además, combate la desigualdad, ya que el gobierno federal ofrece más fondos en términos relativos a los estados pobres que a los ricos.
Desde mi perspectiva, este argumento evade el problema central: al depender financieramente del gobierno federal, los gobiernos estatales y locales no pueden ser juzgados apropiadamente por los electores. En otras palabras, si un gobierno estatal hace un mal trabajo, siempre puede culpar al gobierno federal de no darle suficiente dinero. Bajo el esquema actual, los "clientes" (quienes pagan impuesto) no saben a quién reclamar cuando reciben servicios de mala calidad. Cuando el gasto de los estados y municipios se financia en buena parte con ingresos recaudados en esas entidades, hay mucha mayor transparencia y la rendición de cuentas se facilita. A la larga, eso debe promover una mayor eficiencia.
No obstante, el sistema fiscal nacional debe conservar hasta cierto grado el único aspecto positivo del regimen actual: la redistribución entre los estados para combatir la desigualdad. Pero estos recursos deben estar bien etiquetados y el fondeo atado a ciertos resultados.
A muchos gobernadores les aterra la idea de cobrar impuestos y dar la cara a los electores. Su idea de una reforma hacendaria es que el gobierno federal les dé más dinero. Ojalá que esta corriente no predomine, pero me preocupa que nadie esta hablando claro sobre estos temas.
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