Marzo no ha sido un buen mes para los mercados estadounidenses. En poco más de una semana, los principales índices de acciones han acumulado caídas que rondan entre 4 y 6%. Como siempre, la explicación fácil es culpar al terrorismo. Ciertamente, es un factor que no ayuda, pero es bastante menor (claro, falta ver la reacción a la victoria del PSOE en España y la terrible noticia que sacará a sus tropas de Irak, cediendo así a los chantajes yihadistas).
La clave está en las tasas de interés, que en el caso de los bonos del Tesoro de 10 años, han bajado de 4.04% el 4 de marzo a 3.75% el viernes pasado. Los libros de texto señalan que, en general, esto debería ser bueno para las acciones. Pero estamos en uno de esos periodos en donde las tasas y el valor de las acciones se mueven en una misma dirección. Esta paradoja se puede resolver entendiendo el mensaje de las tasas.
Éstas registraron su mayor caída el 5 de marzo, el día en que trascendió que la creación de empleos en EUA durante febrero fue muy inferior (20 mil plazas) a los pronósticos (120 mil plazas). Esto indica que persiste un exceso de capacidad productiva en ese país, lo cual mantendrá baja la inflación (ergo la caída en las tasas nominales). Pero incluso los economistas más optimistas conceden que, sin nuevos empleos y el poder de compra que generan, la recuperación económica estadounidense no se podrá sostener.
En otras palabras, el pobre desempeño del empleo augura menor crecimiento a futuro, lo cual tendría un impacto negativo en las utilidades corporativas, lo cual se refleja en la valuación de las acciones y en el hecho que los diferenciales entre las tasas de los bonos corporativos y los gubernamentales –un confiable indicador de riesgo—han registrado alzas importantes. Por ejemplo, en el caso de los bonos calificados Baa por Moody’s (una calificación similar a la del gobierno mexicano, por dar una idea), ese diferencial pasó de 218 puntos básicos el 4 de marzo a 234 puntos básicos el viernes pasado.
Todo esto apunta a que en los siguientes meses el indicador de empleo será el más observado por los mercados. Si no se presenta una mejora pronto, seguramente se profundizarán las caídas en el valor de las acciones estadounidenses (y de buena parte del mundo) y habrá menos apetito por riesgo, lo cual afectará sobre todo a los mercados emergentes.
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