lunes, marzo 29, 2004

¿Cuánto vale la vida?

Es una pregunta que no nos gusta hacer ni mucho menos contestar. Pero de alguna u otra forma, todos los días cada individuo le asigna un valor a su propia vida (a través de las conductas que adoptamos y los riesgos que tomamos) y los gobiernos hacen lo propio con la vida de los ciudadanos al asignar recursos finitos (por ejemplo, a la seguridad pública en lugar de la protección al medio ambiente). Por lo general, tanto personas como estados lo hacen sin criterios explíticitos. Eso está cambiando, como bien describe este artículo, pero estamos lejos de llegar a respuestas satisfactorias.

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