miércoles, marzo 03, 2004

Escandalario Mexicano: Los hombres y mujeres de López Obrador

No tengo mucho que añadir en torno a los escándalos de corrupción que sacuden al gobierno de la ciudad de México. Pero ofrecen un aliciente y una oportunidad para enterarnos de los estilos de vida y situación patrimonial de nuestros gobernantes locales (en este caso, provienen del izquierdista Partido de la Revolución Democrática). Algunas anécdotas de este ejercicio de arqueología financiera:

1. ¡Es el auto, estúpido!
Dicen que nuestra elección de automóvil puede decir mucho sobre nosotros. Esto es particularmente cierto en el gobierno capitalino encabezado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Desde el inicio de su administración, los austeros Tsuru (el modelo compacto de Nissan) empleados por el jefe gobierno simbolizaron su compromiso con la "austeridad republicana" que liberaría recursos para el gasto social (según AMLO, mayor al de Brasil).

Las declaraciones patrimoniales de los principales funcionarios de su gobierno (16 en total, incluyendo a AMLO, que llegan hasta el 2002) muestran que son tan austeros que tres de ellos --el Jefe de gobierno, su director de comunicación social y el secretario de transporte y vialidad(¡!)--no tenían auto declarado (nota: es muy posible que el contenido de las declaraciones sea incompleto).

Los demás contaban con 23 autos (1.8 por funcionario), con un valor promedio de 129 mil pesos por vehículo, que es bastante modesto. Los gustos automovilísticos de AMLO no son muy compartidos: sólo dos funcionarios tienen Tsurus y otros 3 tienen Sentras.

Gustavo Ponce, el prófugo ex secretario de finanzas de quien se sospecha que está involucrado en actos de corrupción, claramente no era partidario de la vida simple: maneja un sedán Volvo último modelo con valor de 550 mil pesos. No hay que pensar mal: quizá ganaba tanto como tahúr en Las Vegas que sus viajes (17 en dos años) se pagaban solos y hasta le sobró para comprarse un auto de lujo.

2. Ladrillos y cemento
Tal como sucede con los autos, el estilo de invertir de los funcionarios nos puede decir algo de su mentalidad. Contamos con 16 declaraciones patrimoniales de estos servidores públicos (incluyendo a su familia directa), más los detalles sobre la declaración de Gustavo Ponce que aparecen en la prensa. De éstas, una no sirve (la de Marcelo Ebrard, secretario de seguridad, debido a que no incluye el valor de sus cuantiosos inmuebles y en el banco tiene la no muy creíble cantidad de 20 mil pesos). Para utilizarlas tuve que hacer unos ajustes (por ejemplo, en el caso de inmuebles con varios propietarios). En todo caso, la información no es muy precisa, pero es mejor que nada.

Los datos revelan que, en promedio, los funcionarios son personas con un patrimonio neto relativamente modesto –un promedio de 2.86 millones de pesos—aunque mayor al de la gran mayoría de los mexicanos. El de AMLO es ligeramente superior al promedio: 3.3 millones.

Pero hay variaciones importantes. El pobre (en todos los sentidos) director de Comunicación Social sólo tiene un patrimonio neto de 279 mil pesos, mientras que el ahora célebre Gustavo Ponce es el funcionario más rico, con un patrimonio de unos 5.9 millones de pesos. No creo que su salario bruto de unos 70 mil pesos al mes le haya permitido acumular esas ganancias. Es seguido por la secretaria de Salud, cuyos activos suman cinco millones de pesos. Esta funcionaria, de origen sueco, sensatamente conserva la mayor parte de su patrimonio en ese país.

Lo que me llama la atención es que sólo el 25.5% del patrimonio bruto de los funcionarios está conformado por inversiones monetarias (cuentas de banco, fondos de inversión y otros valores). De ese total, casi tres cuartas partes está en cuentas bancarias, que en México pagan un rendimiento ínfimo. Aparentemente, sólo 3 funcionarios se han enterado de las virtudes de invertir en opciones más sensatas como fondos de inversión. La mayoría del patrimonio está invertido en inmuebles (60%) y bienes muebles (14.5%), incluyendo autos.
Con esa mentalidad, no me extraña que incluso apostar el dinero en Las Vegas les parezca una opción más rentable.

Si las declaraciones son veraces, confirman que casi todos los principales funcionarios del gobierno local –que empezando por AMLO tienen aspiraciones de gobernar el país—son personas de medios modestos y no son ostentosos. Sin embargo, tienen un entendimiento muy rudimentario de las finanzas, lo cual no inspira mucha confianza en su capacidad de manejarlo. Además, quizá su fe en ladrillos y cementos refleja una desconfianza y pesimismo (entendible, más no condonable) en torno a la capacidad de la economía nacional para generar retornos aceptables.


No hay comentarios.: