viernes, abril 23, 2004

El ingenio humano y la energía

Ahora que los precios de la energía están altos, no faltan quienes afirman que es una muestra que ese insumo empieza a escasear dado nuestro voraz apetito de petróleo, gas natural y carbón.

Pero una mirada a los datos no avala este punto de vista. De hecho, es probable que en algunas décadas el consumo total de energía empezará a caer.

Empecemos por un vistazo al consumo por habitante. Según datos de la Energy Information Agency (EIA) del gobierno estadounidense, entre 1980 y el 2001 aumentó tan sólo 2.3% en total (un promedio anual de 0.1%). De hecho, bajó 1.8% entre 1989 y el 2001.

¿Cómo es posible esto, sobre todo tomando en cuenta que en Asia (excluyendo Medio Oriente), una región que incluye a más de la mitad de la población mundial, el consumo por habitante creció 63% en el periodo 1980-2001?

La respuesta es sorprendente. Por un lado, el consumo por habitante de energía cayó 2.8% en América del Norte y 22% en Europa del Este y la ex URSS. Por otro lado, el consumo aumentó de forma muy modesta en Europa Occidental y África.

La baja en el consumo en América del Norte llama la atención porque tanto EUA como Canadá son famosos por su despilfarro energético: su consumo es 4 veces mayor al promedio mundial y casi dos veces superior al de Europa Occidental. De hecho, América del Norte consume más energía que Asia, a pesar de tener una población mucho menor. Pero el mismo hecho que consuman tanto implica que no hay mucho donde crecer y, de hecho, hay muchos incentivos para reducir ese costo. Por su parte, la fuerte baja en Europa Oriental es más fácil de explicar: la baja en la producción tras el colapso del comunismo y el hecho que la industria roja era fantásticamente ineficiente y adicta a la energía barata rusa.

Dato curioso: los dos países más grandes de esos bloques, Rusia y Estados Unidos, son precisamente las dos potencias que no han ratificado el tratado de Kioto.

Tomando estos datos en cuenta, es probable que en las próximas décadas el consumo por habitante mundial de energía se estanque. Aunque en regiones como África y Asia --que consumen menos del promedio--siga creciendo, es probable que baje en los países ricos. Si la población global deja de crecer a mediados de siglo, como señalan algunas proyecciones demográficas, el consumo total de energía también se quedará fijo o incluso bajará.

Vale la pena notar que esto último puede suceder aunque el ingreso real por habitante siga subiendo indefinidamente. Esto gracias a que los avances tecnológicos se reflejan en eficiencias que permiten una mayor producción con la misma o menos energía. Al respecto, según datos del FMI, entre 1980 y el 2001 el PIB mundial creció 98% en términos reales, mientras que el consumo de energía subió sólo 42%. Visto de otra forma, la energía necesaria para producir una "unidad" de producción (un dólar a precios constantes) cayó 29%.

Lo único preocupante es, por supuesto, el efecto invernadero, cuyo posible impacto se sentirá antes de que logremos estabilizar la emisión de gases. No obstante, soy optimista: si algo muestran estas cifras es que el ingenio humano no tiene límites e, incluso si se presentan los escenarios pesimistas, podremos encontrar soluciones.

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