El Banco Mundial presentó hoy un resumen de su trabajo en torno al impacto de la calidad del gobierno y la corrupción a escala mundial (este es el sitio oficial y en su su sección de noticias aparecen los artículos). Los números son impactantes:
--En el mundo se pagan cerca de un billón de dólares (1,000 miles de millones) en sobornos (cerca del 3% del PIB global). A esto habría que agregar el costo de otras formas de corrupción.
--Para las empresas, las mejoras en factores como la aplicación de la ley, el combate a la corrupción y el respeto a los derechos de propiedad pueden mejorar su crecimiento anual en 3 puntos porcentuales. En el caso del crecimiento económico, éste puede subir entre 2% y 4% si baja la corrupción y mejora la calidad del gobierno.
Me llamó la atención que el Banco desarrolló una extensa base de datos sobre indicadores de la calidad del gobierno, resumidos en seis variables (participación y rendición de cuentas, estabilidad política, eficacia del gobierno, calidad regulatoria, estado de derecho y combate a la corrupción). Éstos cubren a la mayoría de los países para el periodo 1996 a 2002 (se pueden consultar aquí).
En América Latina, los resultados son desalentadores. Para dar una idea, tomé los resultados de 1996 y 2002 de los 6 indicadores para 5 países (México, Brasil, Argentina, Colombia y Chile). Es decir, 30 comparaciones de 1996 a 2002. Sólo en 13 casos se registraron mejoras.
Chile es el país mejor librado. No sólo tiene la puntuación más alta (87 de un máximo de 100), sino que registró mejoras en 5 de los 6 indicadores (sólo retrocedió un poco en calidad regulatoria, lo cual sucedió también en los demás países con excepción de Brasil). México, con un puntaje promedio de 57/100, presentó mejoras en 4 de los indicadores (perdió terreno en regulación y estado de derecho) y Brasil (con un promedio de 54) mejoró en tres.
En Argentina, como era de esperarse, hubo un colapso en los indicadores de gobierno: todos retrocedieron. Su promedio bajó de 68 en 1996 a 32 el año pasado. Colombia, que era el más rezagado del grupo, siguió empeorando.
La pregunta obligada es por qué –salvo en los casos de México y Chile—la democracia no ha ayudado a mejorar la calidad de la gestión gubernamental. Asimismo, la falta de mejoras sustantivas en este ámbito ayuda a explicar por qué América Latina no logra mejorar el ingreso por habitante. Basta ver el ejemplo de Chile, la única economía de la región con buenas cuentas, para darse cuenta de la importancia de estos indicadores.
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