sábado, abril 03, 2004

El campo mexicano (Parte II)

En la primera parte de esta serie, comenté sobre el desempeño de la agricultura en términos de productividad y cómo se ubicaba este sector comparado con el resto de la economía. Esta entrega se ocupa del impacto de la transformación productiva del campo y sus consecuencias.
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De forma superficial, pareciera que el sector agropecuario mexicano ha seguido el mismo camino observado previamente en naciones industrializadas: su participación dentro del PIB se redujo de 20% del total en 1950 a 4% el año pasado, mientras que en los Estados Unidos bajo de 7% a 1.4% en el mismo lapso.

Pero estas cifras agregadas esconden una transición brutal. Entre 1950 y el 2001, el número de granjas en Estados Unidos bajó en 62% (la caída en la fuerza laboral del sector fue similar) y el área cultivada en 22%. Como consecuencia, el tamaño de la granja promedio se duplicó en ese lapso. Ante el alza en la productividad y la baja en los precios agrícolas, se produjo una salida masiva –en términos absolutos—de trabajadores del campo, permitiendo que aquellos que se quedaron contaran con más tierra para generar un ingreso aceptable.

En México no ha sucedido lo mismo. El número de trabajadores agropecuarios ha permanecido más o menos constante en los últimos 50 años y el número de unidades productivas agrícolas (equivalentes a granjas) incluso aumentó de 2.7 millones en 1970 a 3.8 millones en 1991. Pese a un aumento de más de 50% en el área cultivable, la superficie agrícola por unidad sólo aumentó de 7.5 hectáreas a 8.2 hectáreas en este lapso.

Esto parece indicar que hay demasiados trabajadores para la cantidad de tierra disponible, por lo cual si una porción importante migrara a áreas urbanas, el ingreso promedio por trabajador agropecuario registraría un alza importante. Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación confirma este punto. Encontró que en 1985, la productividad por trabajador agrícola en México era equivalente a sólo el 6% de la productividad de su contraparte estadounidense. Sin embargo, la productividad por hectárea en México equivalía al 66% del nivel en Estados Unidos. Cabe notar que en los estados del norte del país, donde hay mayor disponibilidad de tierra por productor, el ingreso por trabajador agropecuario es más alto en términos absolutos y relativos.

Hay muchos factores que pueden explicar por qué no se ha acelerado el éxodo. Entre ellos, destaca que la población rural tiene niveles más bajos de educación y, en su población adulta, una mayor edad que el promedio nacional, lo cual limita las ganancias posibles de emigrar. Los problemas de financiamiento del sector también retrazan este proceso. En el sector ejidal, los problemas y restricciones para el uso y enajenación de la tierra seguramente influyen.

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