En el pasado he argumenado que en la mente colectiva de las clases influyentes (medios, políticos, etc.) hay una identidad involable que dice que "ONG = bueno" (se puede sustituir ONG por cualquier término que incluya "sociedad civil"). La alta estima que gozan las ONG, que al paracer las excenta del escrutionio crítico, es peligrosa para la sociedad e incluso para ellas mismas.
Claro, hay miles de ONG que llevan a cabo trabajo sumamente valioso en toda clase de ámbitos. Sin duda, el mundo sería un lugar mucho más pobre sin ellas.
Hay que recordar que son organizaciones manejadas por personas de carne y hueso, que les gusta vivir bien, tener poder y hacer lo que se les da la gana. En ese sentido, el trabajo de muchas ONG --incluso en los más loables ámbitos humanitarios---tiene tintes políticos muy cuestionables o enfoques muy dañinos (basta pensar en las ONG que supuestamente quieren proteger a los trabajadores del tercer mundo por medio del proteccionismo comercial).
Al mismo tiempo, en las ONG se presentan abusos y actos de corrupción similares a los que los escándalos corporativos de los últimos tiempos nos han acostumbrado. Por ejemplo, basta ver el caso de Nature Conservacy en Estados Unidos (los detalles aquí), cuyos directivos robaron con las dos manos. Dudo que sea un caso aislado. A diferencia de las empresas, las ONG no suelen presentar estados financieros al público. Cuestionarlas es considerado por muchos como blasfemia. Pero no hay que olvidar que algunas ONG son enormes, con activos de cientos de millones o incluso miles de millones de dólares.
En ese sentido, es claro que debe mejorar mucho el nivel de transparencia, profesionalismo y ética de las ONG. Tal como sucede con las empresas, las ONG que adopten estas medidas a la larga podrán mejorar la eficacia de su trabajo y atraer más fondos, ya que los donantes seguramente empezarán a ser más críticos.
sábado, enero 17, 2004
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