martes, enero 27, 2004

La biotecnología al rescate

Via Gregg Easterbrook, una de esas noticias de enorme importancia que son totalmente ignoradas por los medios tradicionales. Investigadores en la India han creado una planta de arroz que puede crecer con agua salada. Al parecer, lo lograron transfiriendo los genes de los manglares que permiten que esas plantas toleren la salinidad al arroz, el cereal más consumido en los países pobres. Esto tiene el potencial de rehabilitar tierras poco productivas por su alta salinidad (algo que sucede con la irrigación mal aplicada o, en el futuro, por el alza en el nivel del mar debido al calentamiento global).

Es bueno saber que por debajo del radar de los medios suceden cosas muy positivas, pero poco llamativas, que son precisamente las que mejoran la vida de millones. ¿Cuántos siquiera han oído sobre la Revolución Verde de los años sesenta, uno de los grandes logros del siglo XX?

En fin. Sólo una observación más. Hace un par de días tuve el desagrado de ver un muy sutil comercial de Greenpeace que afirmaba que comer transgénicos era lo mismo que tragar veneno. Por supuesto, la heroíca ONG nos defendería a capa y espada de ese insidioso peligro. Claro, nunca mencionan el potencial de los transgénicos para salvar a decenas de millones de campesinos pobres del hambre (los cuales, por cierto, no pueden aportar fondos a Greenpeace). Repugante.

No obstante, he recibido comentarios sobre un nota previa en donde afirmé que las ONG son como todos: muchas veces obedecen a intereses egoístas y mundanos, incluso cuando trabajan a favor de causas nobles. En este medio a veces uno peca de simplificar demasiado. Por eso, vale la pena notar que esta variedad de arroz fue desarrollada por el M.S. Swaminathan Research Foundation, un instituto de investigaciones indio. A final de cuentas, es una ONG. Pero hay que diferenciar entre las ONG que hacen trabajo concreto en beneficio de todos y las ONG que se dedican al activismo político (como Greenpeace o Amnistía Internacional). Estas últimas pueden hacer buenas obras, pero también son muy sujetas a las tentaciones de la vida pública: dinero, fama y poder.

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