Tal como sucede en la política, el periodismo es un ámbito en donde la brecha entre el idealismo y la realidad es inmensa. A todo periodista se le inculca el principio de la objetividad y la gran mayoría afirma que lo sigue fielmente. Sin embargo, en la práctica observamos que una parte significativa de las noticias que recibimos tienen, de alguna u otra forma, un sesgo evidente.
En muchas instancias, se asume que las propias inclinaciones ideológicas de los periodistas se plasman en sus notas. Bajo esta óptica, los lectores –quienes en teoría buscan la objetividad—son víctimas de esos prejuicios. Si esto es cierto, la competencia en los medios debería promover la veracidad.
Pero este punto de vista es un tanto irreal, ya que el público no necesariamente valora o busca la objetividad periodística. De hecho, muchos –sino es que la mayoría---están más interesados en leer noticias que se ajusten a sus puntos de vista/prejuicios.
En ese sentido, la pregunta es si los sesgos mediáticos son algo que los medios nos imponen o si más bien reflejan nuestra diversidad. Andrei Shleifer, un prolífico economista de Harvard, publicó recientemente un estudio teórico (un tanto técnico, pero interesante) que se inclina más por la segunda opción. La buena noticia: quienes valoran la veracidad pueden aproximarla leyendo varias fuentes, aunque no es una solución muy práctica.
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