El famoso intelectual Samuel Huntington (aquel que escribió sobre el choque de civilizaciones) acaba de publicar un artículo en Foreign Policy sobre los migrantes latinoamericanos en Estados Unidos.
No exagero al afirmar que Huntington caracteriza a los mexicanos que residen en ese como ignorantes, flojos, ingratos y totalmente opuestos a integrarse a la sociedad de su país adoptado. Según él, Estados Unidos corre el peligro de terminar como un país dividido (tipo Canadá, sólo que en lugar de tener un Quebéc molesta pero próspera, tendrá, horror de horrores, un Jalisco bronco y pobre).
Obviamente, la evidencia que cita para respaldar sus afirmaciones es una mezcla de estudios debatibles y obsoletos y anécdotas selectivas. Un ejemplo:
"Sosa identifies several Hispanic traits (very different from Anglo-Protestant ones) that “hold us Latinos back”: mistrust of people outside the family; lack of initiative, self-reliance, and ambition; little use for education; and acceptance of poverty as a virtue necessary for entrance into heaven. Author Robert Kaplan quotes Alex Villa, a third-generation Mexican American in Tucson, Arizona, as saying that he knows almost no one in the Mexican community of South Tucson who believes in “education and hard work” as the way to material prosperity and is thus willing to “buy into America.” Profound cultural differences clearly separate Mexicans and Americans, and the high level of immigration from Mexico sustains and reinforces the prevalence of Mexican values among Mexican Americans. "
Desgraciadamente, Huntington es muy famoso y sus ideas van a resonar ampliamente. De hecho, ya hay amplios grupos --a lo largo y ancho del espectro ideológico--que están muy opuestos a la migración masiva. Algunos son extremistas (este sitio es un buen ejemplo), otros no tanto
Hasta ahora, el debate público en Estados Unidos ha ignorado en mayor medida el tema de la inmigración, a pesar de septiembre 11 y la mala dinámica en su mercado laboral.
Eso empieza a cambiar. Recientemente el presidente Bush propuso crear un programa de trabajadores huéspedes dirigido a los inmigrantes ilegales (un gran avance, aunque no ideal). Es muy probable que el debate en torno a este tema y a la migración en general sea importante en la campaña electoral de este año.
Aunque me queda claro que la mayoría de la clase intelectual estadounidense sigue siendo pro inmigración (ver este ejemplo), estoy preocupado porque la lógica no está del lado de los mexicanos.
Mi punto es sencillo: aunque los migrantes mexicanos trabajen duro, aspiren a ser buenos estadounidenses y aprendan inglés, nada puede cambiar el hecho de que su nivel educativo (y por tanto su productividad) es baja. En ese sentido, a los estadounidenses les conviene más una política migratoria como la canadiense, que es liberal pero muy selectiva en cuanto al perfil de los inmigrantes. Por diversos motivos, incluyendo su historia, Estados Unidos no ha tomado ese camino. Pero eso no impide que en el futuro pueda cambiar de opinión.
Lo que más me preocupa es que los mexicanos y nuestro gobierno no están preparados en lo más mínimo para enfrentar esta posibilidad. Pero eso es tema para otro día.
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