Incluso bajo circunstancias favorables, sobrevivir los lunes no es nada sencillo. Pero cuando uno es bombardeado por noticias catastrofistas de todo tipo, el único impulso que queda es correr al bar más cercano para ahogar las penas.
¿Por dónde empezar? Un asesor económico del presidente Bush escribió hoy sobre las agencias federales de créditos hipotecarios y estudiantiles (Fannie Mae, Freddie Mac, Sally Mae). Sus pasivos son casi tan grandes como los del gobierno federal, los mercados consideran esa deuda como garantizada por el gobierno y, en esencia, no son reguladas. Es la madre de todas las bombas de tiempo financieras y parece que nadie piensa hacer algo al respecto.
Pocos perderán sueño sobre un muy real pero arcano asunto financiero. Pero cuando resulta que el mismísimo Pentagono advierte, de acuerdo a un informe supuestamente filtrado a un diario inglés, sobre las catastróficas consecuencias del cambio climático ("Inglaterra como Siberia, "Ciudades europeas bajo el agua", "Guerra nuclear"), es hora de empezar a sudar. ¿Olvidé mencionar que según esa fuente dicho escenario se presentará en menos de 20 años?
(ed. Suena como esos informes que hace 30 años predecían hambrunas masivas y el agotamiento de las reservas de petróleo. En todo caso, en este sitio se discute ese informe).
Si el calentamiento global no termina con la humanidad, no faltan candidatos. Si logramos sobrevivir unos cuantos miles de millones de años más, algunos físicos creen que la misteriosa energía obscura podría destruir al universo. Afortunadamente, Gregg Easterbrook nos informa que tal posibilidad no es, ni por mucho, una certeza. Vaya alivio.
Lo único que sé es que la humanidad lleva anunciando su fin, de alguna u otra forma, durante miles de años (ed. alguien debería catalogarlas). Las leyes de la probabilidad indican que, en efecto, un día una de esas amenazas resultará ser real. Ese día nos daremos cuenta que Pedro y el Lobo no es fábula, sino destino.
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