Si bien la cercanía con Estados Unidos definitivamente no ayuda a la autoestima de los mexicanos, en este momento es un factor muy positivo para la economía. Esto lo ilustra el artículo publicado hoy por Gray Newman de Morgan Stanley.
Su argumento: si bien todos esperaban que EUA iba a tener un buen año, con crecimiento en exceso de 4%, se pronosticaba una desaceleración a fines de año, como resultado del fin de los estímulos fiscales y el alza en tasas. Ahora parece que el crecimiento se mantendrá y eso apoyará al crecimiento en México, que en los últimos trimestres ha sido liderado por las exportaciones. Morgan Stanley ahora espera que la economía mexicana crecerá 4% este año.
El análisis de Newman concuerda con muchos puntos que he manejado en este espacio durante los últimos meses:
1) Ante la fortaleza de la economía estadounidense, era absurdo que muchos analistas esperaban un crecimiento en México inferior al 3%.
2) La histeria sobre China. Sí, México está perdiendo un poco de participación de mercado en EUA, pero la verdad es que con pocas excepciones, China y México exportan productos diferentes. Tal como señalé en otras ocasiones, los productos chinos están sustituyendo a otros productos asiáticos.
3) El desempeño exportador de México es particularmente fuerte considerando que las exportaciones automotrices (cerca de 30% del total)han caído de manera importante por toda una serie de factores que poco tienen que ver con la competitividad del país. Es probable que este sector empiece a recuperarse y eso ayudará más a la economía.
Claro, no hay que perder de vista que este repunte es cíclico y que a largo plazo México enfrenta serios problemas. A Newman le preocupa que los buenos resultados coyunturales permitirá que los políticos mexicanos de nueva cuenta evadan tomar las duras decisiones requeridas.
Mi opinión, como he reiterado recientemente, es que las fallas estructurales del sistema político mexicano impedirán los acuerdos políticos requeridos, sean cuales sean las circunstancias económicas. Al menos que se presente una seria reforma política, tarde o temprano (y lo más probable es que estemos hablando de varios años) se presentará una crisis económica por lo menos tan grave como la de 1995.
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