Medio Oriente es sinónimo de inestabilidad, violencia y toda clase de conflictos. No es precisamente un ambiente propicio para el crecimiento económico o el buen desempeño de los mercados de valores. Pero contrario a lo que uno se imaginaría, esta región presenta buenas tasas de crecimiento y retornos muy altos a las inversiones bursátiles, como detallo hoy en El Financiero.
Este extraño resultado obedece, por supuesto, a la curiosa interacción entre la política y la economía en esta región debido, como todos sabemos, al petróleo. La ecuación es sencilla: la inestabilidad empuja al alza al precio del petróleo, lo cual a su vez impulsa las economías.
Es una historia familiar, pero hay algunos puntos interesantes. Si bien los países exportadores de petróleo presentan buenos números, los países sin reservas importantes (Egipto, Jordania, Líbano) también están creciendo a buen ritmo. Esto es resultado tanto de las reformas económicas de los últimos años como del desvío del gasto y la inversión de los países del Golfo de EUA y Europa a sus vecinos.
No obstante, queda claro que el crecimiento observado y esperado es apenas suficiente para seguirle el paso a la expansión demográfica y no hay muchas señales que Medio Oriente esté intentando diversificar su base económica.
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