Aunque el derrumbe del comunismo siempre será recordado como el principal triunfo de Ronald Reagan (ver esta nota), fue un presidente que también instrumentó importantes cambios en materia económica.
Su iniciativa más conocida fue la reducción en las tasas impositivas que impulsó en su primer periodo. La medida tuvo sus méritos: había tasas marginales de 70% en los niveles más altos de ingresos, claramente excesivas, y el estímulo fiscal ayudó a que la economía se recuperara de la severa recesión de 1981-1982. Pero también abrió un enorme boquete en las finanzas públicas --recordando que, pese a la retórica, Reagan mantuvo la tendencia al alza en el gasto público--que no fue cerrado hasta la administración de Bill Clinton. Esto contribuyó a mantener relativamente altas las tasas de interés.
En este ámbito, quizá su mayor logro fue el respaldo otorgado a la reforma fiscal de 1986, que simplificó el código impositivo, junto con un alza en el financiamiento a la seguridad social mediante un aumento al impuesto de nómina, que ayudó a mantener solvente el regimen de pensiones.
Sin embargo, Robert Samuelson, un conocido columnista del Washington Post y de Newsweek (no muy incisivo, pero muy bueno para "aterrizar" temas económicas para el público en general), argumenta de forma muy convincente que el principal legado económico de Reagan fue el combate a la inflación.
Claro, Reagan no instrumentó la dura política monetaria que marcó el inicio de esa victoriosa guerra. El crédito lo merece Paul Volcker, el presidente de la Reserva Federal (designado, vale recordar, por Jimmy Carter). No obstante, Samuelson nos recuerda que Reagan le prestó el apoyo político suficiente, pese a que la Fed fue responsable en buena medida de la recesión de 1981-82, para llevar a cabo su trabajo.
Marginal Revolution también ofrece un resumen de la política económica de Reagan aquí.
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