viernes, diciembre 12, 2003

¿Otra década perdida?

¿Qué decir sobre los acontecimientos de ayer? Todo parece indicar que no habrá reforma fiscal o cualquier otra reforma en los próximos años. Para la economía, eso implica que no creceremos a más de 3% real anual --el promedio de la última década--y las finanzas públicas estarán cada vez en peor situación.

¿Quién tiene la culpa? En primer lugar, la mayoría del PRI y el PRD (más el PT) que votó en contra, sin hacer intento alguno de hacer una mejor propuesta. El PRI jamás ha tenido muy presente un sentido de deber patriótico y los mejores intereses del país no forman parte sus prioridades, por lo cual esperar que cambiaran de actitud ahora es ingenuo. Es una mafia que busca perpetuarse en el poder. Del PRD, ni que decir, cualquier cosa que no se acomoda a su visión dogmática del mundo --tan limitada como equivocada--es rechazada sin pensar.

Pero Vicente Fox también es muy culpable de ineptitud e ingenuidad. Los priístas le han prometido mucho y jamás le han cumplido. Su respuesta: seguir cortejándolos como si nada. El Sr. Fox no entiende que la política es un juego rudo que requiere palos y zanahorias en igual medida para lograr avances. Si sólo ofrece zanahorias, los priístas las tomarán con gusto y no le darán algo a cambio. Su discurso de anoche parece indicar que por fin le cayó el veinte, pero con tres años de retrazo. Puede olvidarse de cualquier avance significativo en sus tres años restantes de gobierno. Ojalá, por lo menos, entienda que para el bien del país tiene que atacar con todo a Roberto Madrazo de ahora en adelante. Sólo si lastima al PRI podrá existir la posibilidad de que haya acuerdos el próximo sexenio.

Del PAN, el partido fantasma, sólo me queda lástima. No tienen a un personaje --uno solo--que tenga capacidad de liderazgo. En este debate jugaron un papel muy, muy secundario. Cierto, sus instintos son buenos, pero no saben defenderse ni a ellos mismos ni a sus proyectos. Al menos que hagan algo -lo cual parece poco problable-- en el 2006 serán borrados del mapa electoral, dejando al país sin el único partido que de forma más o menos constente ha respetado su compromiso con la sociedad y que ofrece el proyecto más coherente y responsable de largo plazo.

En otras palabras, la única posibilidad que le queda al país es que en el 2006 el priísta o perredista electo como presidente tenga la visión, fuerza y capacidad de lograr los acuerdos para impulsar las reformas. Dados los antecedentes de estos partidos, es poco probable que esto suceda. En ese sentido, enfrentamos la seria posibilidad de otra década perdida más. Ante la apatía de la población y el hecho de que un porcentaje alto sigue apoyando partidos que no ofrecen nada, lo más seguro es que los mexicanos más dinámicos y concientes seguirán votan abrumadoramente....por cambiar de país a través de la emigración.

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