Así está titulado esta columna de Luis Miguel González en Milenio. Se trata, como era de esperarse, de Luz y Fuerza del Centro. Modestia aparte, aquí lo leyeron primero (ir a parte inferior de la página).
Claro, esta empresa no sólo es un barril sin fondo. El apagón de ayer muestra que incluso todos los subsidios gubernamentales nos compran un pésimo servicio.
Me alegra que por fin este tema esté recibiendo la atención que merece, aunque quienes se oponen a una reforma de este sector por supuesto insisten maliciosamente que el desastre que es Luz y Fuerza del Centro sólo necesita más "autonomía de gestión". La mala fe quedó en evidencia ayer. El Senado aprobó reformas que fuerzan (literalmente) a Pemex a generar cuatro mil megawatts de electricidad en algunos años.
Esto es absurdo. Es un hecho que ni CFE ni la Cia. de Luz y Fuerza tienen dinero para invertir. Pero Pemex tampoco lo tiene gracias a que el gobierno extrae todas sus ganancias. Forzar a la petrolera a invertir en plantas para generar electricidad no resuelve el problema central: el gobierno, en su conjunto, sólo puede financiar inversiones en este rubro endeudándose más (importa poco qué dependencia venda esa deuda), algo poco deseable. Si queremos crecer con estabilidad, lo que se necesita es invertir de forma más balanceada, es decir, una parte tiene que provenir de inyecciones de capital. El gobierno no tiene dinero para ese fin (menos sin reforma fiscal, la cual es opuesta por las mismas personas que no quieren una reforma eléctrica), por lo cual se necesita capital privado.
En fin. Es increíble y deprimente que el discurso político en este tema se sustente en falsedades.
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