Marginal Revolution nos dirige a un interesante estudio sobre la eficacia de los gobiernos con orientación tecnocrática (en este caso, con integrantes que estudiaron economía). ¿El resultado? Conocer economía no lleva a mejores resultados.
Aunque no he tenido tiempo de leer el estudio, su conclusión no me extraña en lo más mínimo como observador directo del régimen de Carlos Salinas en México (1988-94). Con un economista como presidente y con varios integrantes del gabinete que ostentaban doctorados en esta materia de célebres universidades, la gestión económica arrojó saldos negativos.
Si bien hubo avances importantes (el TLCAN, apertura comercial y desregulación en algunos ámbitos), las fallas fueron magnas.
La privatización, una idea que no es mala en sí misma (por lo menos en algunos casos), fue un desastre: monopolios ineficientes estateles se transformaron en eficientes y carísimos monopolios privados, además de la venta de la banca a dueños inexpertos y corruptos.
Incluso un tema técnico como la política macroeconómica fue mal manejado, que arrojó como resultado la terrible crisis de 1994-95.
¿Por qué fallan los economistas? Sin duda, un problema es que su orientación teórica y poca experiencia administrativa lleva a que fallen en la implementación de políticas que suenan bien en principio.
Pero una falla más profunda tiene que ver con sus prioridades. Por lo general centran su atención en políticas sencillas de libro de texto (comercio libre=bueno, inflación=malo) pero ignoran los elementos básicos que sostienen a una economía próspera de mercado, como sistemas educativos y de justifica eficacez. A esto agregaría su incapacidad para la negociación política (como señala Tyler Cowen, pero que obedece en buena parte a su arrogancia producto de sentirse poseedores de la verdad absoluta).
Seguro ustedes tendrán sus propios ejemplos.
martes, septiembre 04, 2007
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