Me refiero al mercado de arte moderno. Por lo menos eso indica la venta del famoso cráneo de platino, cubierto con diamantes, del artísta británico Damien Hirst por un asombroso precio de 100 millones de dólares (costó unos 30 millones producirlo).
El comprador es un grupo de inversionistas no identificado. Ciertamente, son almas temerarias, ya que muchos coleccionistas, que hicieron su dinero en la City y Wall Street, van a ver una baja sensible en sus ingresos en los próximos meses.
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