Vía Tyler Cowen, un estudio que respalda mi percepción (no muy brillante, hay que decir, pero que los extranjeros olvidan con frecuencia) que el colapso del sistema financiero mexicano fue un pesado lastre que frenó a la economía nacional.
Entre la total ausencia de crédito y el freno estructural que implica tener más del 15% de la fuerza laboral en un sector agrícola medieval (tanto en forma como fondo, con niveles de productividad correspondientes) se puede explicar en buena medida el mal desempeño.
Vaya, yo trabajé en el sistema financiero a fines de los noventa. No había ni un peso de crédito para cualquier actividad fuera del sector manufacturero de exportación. Parte fue culpa de los bancos pero, hay que decirlo, otra buena medida corresponde a los miópicos empresarios mexicas que por ahorrarse unos pesos destruyeron su credibilidad, su crédito y sus posiblidades de crecimiento. Y no sólo en el ámbito bancario. Si les dijera cuántos proyectos empresariales atractivos no despegaron porque los dueños se querían ahorrar el pago de impuestos (un hecho plenamente visible, por cierto), destruyendo así su acceso al capital privado...pues era un valle de lágrimas.
Ahora que estoy fuera de esos ámbitos no sé qué tanto han cambiado las cosas. Ciertamente, la reactivación del crédito augura un repunte sostenido en la tasa de crecimiento. Esto sólo lo observaremos cuando la economía estadounidense se desacelere en serio...
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