Desde que Argentina declaró moratoria y devalúo al cierre de 2001 perdió acceso a los mercados de capitales internacionales y la inversión extranjera dircta cayó dramáticamente (ver esta nota).
Además, su gobierno instrumenta políticas públicas sumamente sospechosas, como combatir la inflación mediante controles de precios y límites a la exportación (¿recuerdan que hace unos meses prohibieron la exportación de carne?).
Este desafió a los dioses del neoliberalismo suena como una receta para el desastre ¿no? Pero tal como nota hoy Economonitor, por lo menos en términos de crecimiento la economía argentina va de maravilla. La expansión estimada por el FMI de 8% real de su economía este año marca el cuarto año consecutivo de fuerte expansión.
¿Quiere decir esto que debo quemar mis queridos libros de texto de economía? No tan rápido. En primer lugar, si bien es cierto que la economía crece a buen ritmo, en 2005 el PIB real de Argentina se ubicó apenas 6% por arriba del nivel observado en 1999 (medido en dólares, el PIB todavía está lejísimos del nivel de hace 6 años). En otras palabras, la economía pudo crecer mucho de 2003 a la fecha simplemente porque había mucha capacidad ociosa.
Además, el entorno internacional ha sido muy favorable para Argentina dado el dinamismo económico mundial y los altos precios de los productos primarios. Y tampoco hay que olvidar que el populismo suele generar altos niveles de crecimiento durante cierto tiempo (2-4 años), antes de hundir al país.
En ese sentido, 2007 será un año clave. Con la economía operando cerca de capacidad instalada, la expansión dependerá de nueva inversión, que dadas las circunstancias depende totalmente de la oferta de ahorro interna. Si logra la hazaña, sus perspectivas de crecimiento serán muy favorables. Pero algo me dice que el crecimiento ese año será muy inferior al 6% estimado por el FMI.
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