martes, septiembre 28, 2004
El automóvil y la ciudad
El primer punto de vista sigue siendo la posición "políticamente correcta", defendida por la élite intelectual y promovida por las políticas públicas. Por eso fue tan interesante y bienvenido leer este artículo del NY Times, que en esencia es una defensa del automóvil (también recomiendo esta nota relacionada de Jane Galt).
Por mi parte, considero que es un falso debate. Incluso en Nueva York, París, Londres u otras ciudades con un buen y extenso sistema de transporte la gran mayoría de las personas (y el 100% de quienes tienen niños pequeños) quiere tener un automóvil. Les comento mi experiencia. Vivo en una relativamente céntrica de la Ciudad de México. Sólo necesito caminar 5 minutos para llegar a la estación de metro y tengo otras opciones de transporte público. Cuando es práctico, lo utilizo con gusto. Pero, por ejemplo, para hacer las compras de la semana acudo en automóvil al supermercado que también está a 5 minutos caminando de mi casa por un simple hecho: solo no podría cargar las bolsas y no tengo tiempo para ir todos los días. Otro ejemplo: simplemente piensen en moverse en transporte público en hora pico con un niño de 3 años.
Lo más sensato es reconocer que el 90 y tantos porciento de las personas quieren un auto porque les es útil. Al mismo tiempo, tampoco hay que desdeñar del todo al transporte público, ya que benefia a varios grupos sociales que no pueden manejar por cualquier motivo y es un medio eficiente en ciertas circunstancias.
En otras palabras, no es cuestión de auto o transporte público, sino de cómo se pueden complementar ambos para mejorar la calidad de nuestras vidas. Esto implica, ante todo, tomar en cuenta las preferencias de las personas. Por ejemplo, es muy frecuente que las estaciones de metro/trenes no cuenten con suficientes lugares (si es que los tienen) de estacionamiento económico. Otro ejemplo: se privilegia al transporte público de larga distancia, pero en muchos casos tendría más sentido contar con transporte de alta frecuencia en zonas geográficamente limitadas. Asimismo, la planeación de rutas no suele ajustarse a los cambios en la geografía de las zonas residenciales y de negocios con suficiente rapidez.
Por otro lado, también hay mucho que se puede hacer para mejorar tanto el transporte individual como el público. El artículo del NY Times muestra cómo el cobro ajustado por congestionamiento en ciertas vialidades puede agilizar el tránsito.
Más allá de estas consideraciones, creo que buena parte del problema no reside en el transporte por sí mismo sino en la forma en que organizamos nuestras vidas en todas sus esferas.
Tomemos el caso del trabajo. La mayoría de las empresas siguen empeñadas en imponer horarios fijos, lo cual crea las monstruosas congestiones de hora pico, cuando en la práctica la tecnología permite una flexibilidad mucho mayor sin detrimento a la productividad. Tampoco olvidemos a las escuelas. Para mí sigue siendo un misterio por qué terminan tan temprano, no ofrecen actividades complementarias hasta la hora de la salida del trabajo de los padres (que fuerza a uno a conducir para llevar a los niños a clases particulares) y otorgan demasiadas (y rígidas) vacaciones. En resumen, no sería difícil introducir más flexibilidad en estas áreas, lo cual facilitaría considerablemente nuestras vidas.
50 dólares por barril
No hay respuesta segura. Parte del alza actual, como señalo en mi más reciente artículo para El Financiero, obedece a factores coyunturales, como los huracánes, disturbios en Nigeria, etc. Pero no hay duda que el motivo por el cual estos factores están propiciando reacciones fuertes es que hay muy poca capacidad ociosa, incluso en Arabia Saudita y otros países de la OPEP, para hacer frente a las bajas temporales en la producción. Un conflicto severo en Nigeria o un ataque terrorista causará aumentos adicionales, aunque es imposible anticipar su magnitud.
Y en el corto plazo no hay motivo para pensar que, incluso bajo un escenario más o menos benigno, los precios puedan bajar mucho. A final de cuentas, el consumo de petróleo llega a su máximo nivel del año en el cuarto trimestre y no se ve de dónde va a salir suficiente abasto. En ese sentido, no me sorprendería un alza que lleve a los precios hasta 60 dólares por barril o incluso un poco más. Este editiorial del Financial Times básicamente concuerda con mi punto de vista.
No obstante, como señalo en mi artículo, en 2005 el panorama debe mejorar un tanto, ya que la demanda se desacelerará en línea con la economía global y al parecer hay buenas perspectivas para un aumento importante en la producción.
lunes, septiembre 27, 2004
Cambio de correo electrónico
Como siempre, todo comentario, crítica, observación, cuestionamiento, consideración, argumento, pregunta, mensaje, recordatorio maternal, etc. es bienvenido.
viernes, septiembre 24, 2004
Una fábula energética
Sin perder ánimo, salieron a conquistar a la segunda más atractiva, LaGas, conocida por su eficiencia y su baja emisión de sustancias nocivas. Ante tanta atención, su padre exigió regalos cada vez más costosos y su valor se fue a las nubes. Los galantes caballeros con menor fortuna salieron rumbo al castillo de Petrolina. Cierto, esta princesa es más morena, no tan limpia y su familia vive en un barrio peligroso, pero tiene sus encantos. Ante tanto cortejo, sus bonos han subido y subido (casi 50% este año).
Para no quedarse sin pareja, los restantes hidalgos se han visto forzados a reducir sus estándares. La antesala de Urania, ocupada hasta hace poco sólo por personajes indeseables como ayatolas, jeques y comunistas trasnochados, ahora se empieza a llenar con personajes más respetables. Según el FMI, en un año el valor de los regalos requeridos para contar con su interés subió casi 60%. Pero no cualquiera tiene acceso a esta radioactiva dama.
Los pretendientes más pobres, tecnológicamente primitivos y temerosos están tocando una puerta que hace unos años sólo les traía recuerdos poco gratos de su distante pasado: la casa de las hermanas Carbón. Son gordas, horrendas y su higiene es tan malo que hasta matan los árboles del bosque a su paso. Pero incluso en este extremo hay más príncipes que damas. Sin otra alternativa, se desató una lucha para quedarse con ellas y en menos de un año la exigencia de regalos, considerada vulgarmente por algunos como su precio, aumentó 130%.
Tristemente, no se divisa un final feliz. A menos que se aumente el número de doncellas, los reinos de los príncipes serán cada vez más pobres ante la necesidad de extraer tributos de sus súbditos para pagar los cada vez más cuantiosos y costosos regalos exigidos por padres de las susodichas.
miércoles, septiembre 22, 2004
China y los commoditytraficantes
Basta ver esta nota (se requiere suscripción) publicada recientemente en Reforma. Cito las partes relevantes:
Sube 53% robo de acero en Jalisco
Por Andrés Zúñiga y
Jorge VelazcoREFORMA (20 Septiembre 2004).-
....Los hurtos de este material empezaron a ser notorios en el 2003, pues en ese año se robaron 13
camiones cargados con acero, y de enero a agosto de este año son ya 20 los
atracos a ese tipo de unidades.Las alzas mensuales que tiene el precio del acero, que en promedio lleva este
año un 30 por ciento de incremento, lo hacen un producto atractivo a los ojos de
los grupos delictivos, que ven en éste la oportunidad de mejorar ganancias y
colocarlo rápido.Los "clientes" de estas organizaciones que venden el material robado son
constructoras pequeñas, el sector informal o minoristas, según Rodolfo Soto
Abadíe, ex presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la
Construcción....."Un camión que va cargado con 20 a 25 toneladas de varilla cuesta de 200 a
250 mil pesos, un camión similar cargado con abarrotes vale 150 mil, pero el
abarrote es más difícil de acomodar y el acero se acomoda de inmediato porque
hay mucha construcción en Guadalajara y en su área
conurbada", dijo José de Jesús Jiménez Aréchiga, Jefe de la División de Robo a
Tráileres de la Procuraduría General de Justicia del Estado."Lo venden a veces al 50 por ciento de su valor por así decirlo, si vale 200
mil pesos ellos (los ladrones) lo acomodan muy fácil en 100 mil pesos o en 130
mil, en cambio, un camión con abarrotes de 200 mil pesos en valor de mercancía
lo andan acomodando en 60 ó 70 mil pesos, entonces es más costeable el acero que
otro tipo de mercancía".
Si persiste el boom en China (y hay buenas razones para dudarlo, como señala este artículo), la sociedad pronto enfrentará a una nueva clase de criminales organizados: los commoditytraficantes.
Pronto nos enteraremos que el cartel de Juárez complementará su comercialización de polvo blanco colombiano con polvo gris mexicano producido por Cemex. Los 'Cuatreros del Zinc' sembrarán el terror en las zonas mineras y la Cosa Nostra desarrollará un interés sin precedentes en la soya.
Vaya mundo posmoderno en el que vivimos....
martes, septiembre 21, 2004
La montaña rusa de las tasas
Nos adelantamos unas semanas y....ahora rinden 4.1%. ¿Qué pasó? Pues bien, la economía estadounidense creció "sólo" 2.8% en el segundo trimestre, la creación de empleos sigue siendo decepcionante y la inflación bajó a cero. Yo tampoco termino de entender.
La pregunta ahora es si, como dijo Alan Greenspan, esta desaceleración es temporal. La mayoría de los analistas esperan una reactivación en los últimos dos trimestres del año y, como resultado, un alza gradual en las tasas que llevarían al bono de 10 años a un rendimiento superior a 5% en 2005.
Todo esto y más en un artículo que publiqué hoy en El Financiero.
sábado, septiembre 18, 2004
Hacia un nuevo sindicalismo
En su forma tradicional, la respuesta es sí. Ya no vivimos (bueno, por lo menos en los países desarrollados y medianamente desarrollados) en un mundo dickensiano/marxiano donde la clase trabajadora era una masa indiferenciada cuyo único atributo valioso eran sus músculos. Bajo esas circunstancias, tenía sentido la unión para hacer frente al poderío de los dueños del capital. De hecho, no hay que olvidar que la presión sindical fue clave para instrumentar muchas medidas (pensiones, seguros de salud, seguros de desempleo y prevención de riesgos laborales) aceptadas universalmente en la actualidad.
Dicho de otra forma, los sindicatos ganaron la guerra, pero están perdiendo en la paz. Para seguir justificando su existencia, su lucha se traslado de las necesidades básicas a la confrontación estéril, imponiendo toda clase de rigideces y prestaciones insostenibles. De seguir así, su extinción será bienvenida.
Pero existe la opción de la transformación. Esta debe estar basada en dos ejes: 1) aceptar las condiciones actuales económicas; y 2) conocer las necesidades reales de los trabajadores.
Respecto a la primera, vivimos en tiempos en donde la competencia internacional y la rápida evolución tanto de las preferencias del mercado como de la innovación tecnológica exigen de las empresas una gran flexibilidad. Esto involucra tanto las prácticas de trabajo como la capacidad para reducir costos vía prácticas como el outsourcing. Los sindicatos, en su afán por conservar empleos e imponer rigideces, simplemente condenen a las empresas a la muerte. Ejemplos abundan (el caso de la Southwest contra las aerolíneas tradicionales fuertemente sindicalizadas, las fábricas no sindicalizadas de las armadoras japonesas en EUA contra GM y Ford, etc.)
En cuando a las necesidades de los trabajadores, en estos tiempos es casi impensable que los gobiernos expandan la cobertura de los servicios sociales (de hecho, es más probable lo contrario) y las empresas son cada vez más renuentes para proporcionarlos. Eso deja la carga en los hombros de cada trabajador, que enfrenta toda clase de problemas y desventajas para procurar esos servicos. Por nombrar algunos casos: guarderías para familias donde trabajan ambos padres, capacitación laboral, pensiones, servicios médicos, etc.
Lo anterior permite divisar cuál sería el papel y la forma de los nuevos sindicatos. De entrada, la vieja orientación de sindicatos de empresas o industrias ya no es viable. El obrero de fábrica tiene más en común con su contraparte de otra industria que con un programador que trabaja en la misma firma. En otras palabras, los sindicatos se formarán alrededor de grupos ocupacionales, sin importar la industria o la empresa.
Estos sindicatos ocupacionales ayudarán, mediante su escala, a sus miembros a tener acceso a los servicios que ya no quieren proveer gobiernos y empresas, como guarderías. De cierta forma, los visualizo más como agencias de recursos humanos que como los enemigos del capital. Por ejemplo, asistirían a sus miembros a obtener la capacitación requerida para estar al día, encontrar trabajo si el suyo desaparece o incluso entrenarlo para otra clase de puesto si está en una ocupación sin futuro. A la larga, esto podría ser incluso útil para las mismas empresas.
Por otro lado, los nuevos sindicatos empezarán a asemejarse a las propias empresas en el sentido de que necesitarán expandirse a escala mundial y formar alianzas cambiantes. Esto servirá para suavizar el impacto de las dislocaciones de la globalización. Por ejemplo, un sindicato no estaría tan opuesto a que ciertas funciones de una empresa sean trasladadas a la India si en este destino los nuevos empleos forman parte de ese gremio y si puede captar parte de los beneficios globales de esa operación a favor de sus miembros desplazados.
Finalmente, los sindicatos pueden ser un contrapeso a los equipos gerenciales. Los escándalos corporativos recientes confirman que los consejos de administración no son capaces en su mayoría de controlar y supervisar al equipo ejecutivo. La misma dispersión del capital lleva a que los propios ejecutivos llenen a los consejos de amigos u otros ejecutivos. Vaya, en este grupo hay una fuerte conciencia de clase que impide un buen gobierno corporativo. Los nuevos sindicatos tendrían una visión mucho más pragmática y amplia al estar involucrados en toda clase de sectores y empresas, lo cual les permitiría conocer las necesidades reales de las firmas y los medios más eficientes para alcanzarlas.
En fin. No soy experto en esta materia ni mucho menos. Pero es claro que un futuro en donde los trabajadores se tengan que rascar sólo con sus propias uñas es tan indeseable como uno dominado por el estupor del sindicalismo tradicional. Algo tiene que llenar ese vacío.
jueves, septiembre 16, 2004
Sindicalismo suicida
Ejemplos abundan. En Estados Unidos, US Airways entró (otra vez) en bancarrota al no poder llegar a acuerdos de recortes de gastos con sus sindicatos, una historia común en esa industria. En Alemania, los sindicatos luchan contra reformar las reglas y prácticas laborales que son responsables, en buena medida, del estancamiento económico de ese país. En México, el sindicato del IMSS (instituto de seguridad social para trabajadores del sector privado) se opone a modestas reformas al absurdamente generoso régimen de pensiones que amenaza con hundir a esa institución.
La intransigencia de los sindicatos se explica en parte por el deseo de conservar los beneficios ganados por sus miembros a lo largo de décadas, aunque éstos no sean sostenibles y dañen a otros (más numerosos) grupos sociales. No es agradable, pero se entiende. El problema es que no se trata de una defensa inteligente: los cambios en cuestión son inevitables y lo único que sucederá es que los sindicatos terminarán perdiendo agremiados e influencia a largo plazo (una tendencia que en Estados Unidos e incluso Europa lleva décadas).
La verdad es que no sé si la irracionalidad sindical se explica porque los líderes siguen empapados en la ideología de confrontación por sí misma (concesión=derrota), por simple mala leche con los administradores u otros factores políticos. La pregunta relevante, a mi parecer, es si los sindicatos todavía tienen razón de ser hoy día.
Muchos argumentan que no la hay. Con cierta razón, apuntan a que los sindicatos terminan causando enormes daños a la productividad al forzar a empresas y gobiernos a tener una cantidad excesiva de trabajadores, al resistir prácticas laborales flexibles, etc.
Si bien acepto lo anterior, no estoy convencido. Creo que los sindicatos deben emprender una transformación radical que cambiará totalmente su misión y sus funciones, pero a final de cuentas son necesarios por motivos que incluiré en mi siguiente nota.
miércoles, septiembre 15, 2004
El crédito frena a la economía mexicana
El argumento es interesante y novedoso. Tras la crisis de 1995, la economía mexicana se recuperó de forma rápida y de 1996 a 2000 presentó altas tasas de crecimiento. Esto se explica por el desempeño del sector exportador, impulsado por el TLC con EUA y Canadá y, en general, por la liberalización económica en años previos. Las empresas exportadoras, por lo general firmas nacionales grandes o filiales de multinacionales, contaron con amplio acceso a los mercados financieros internacionales, lo cual les permitió crecer.
Un resultado de la crisis financiera de 1995 fue que la banca cayó en la insolvencia en la medida en que el alza en las tasas de interés y la caída en la actividad económica llevaron a que muchas firmas cayeran en moratoria. Las empresas orientadas al mercado doméstico (sobre todo de servicios) fueron más afectadas, ya que no contaban con la válvula de escape de los mercados externos y con frecuencia sus pasivos estaban denominados en dólares.
Todo esto es típico de las crisis en economías emergentes. Pero en México, como señalan los autores, la diferencia es que a 9 años de la crisis el crédito bancario sigue deprimido, sobre todo para empresas orientadas al mercado interno. A su vez, esto limita su capacidad para crecer y, como las empresas exportadoras obtienen insumos de ellas, ha dado lugar a un cuello de botella para el sector orientado a los mercados internacionales. Esto explicaría buena parte del desaceleramiento de la economía en su conjunto.
¿Por qué no prestan los bancos? Los autores consideran que el principal factor es el deterioro en la capacidad de los bancos para recuperar los préstamos. Ante la falta de sanciones serias por el no pago, muchas empresas optaron por ignorar sus obligaciones de crédito, incluso cuando sí estaban en posición de cumplirlas. Como resultado, la banca se muestra muy cautelosa para prestar. Además, el hecho de que el gobierno haya intercambiado bonos garantizados por cartera en moratoria le permitió a los bancos tener una fuente segura de ingresos sin riesgo, desincentivando el otorgamiento de crédito, sobre todo para las empresas chicas y medianas (que son las más orientadas al mercado interno).
Todo esto suena razonable, pero quedan muchas cuestiones por resolver. Agrego algunas observaciones y preguntas:
1. ¿Por qué no ha crecido el crédito pese a que a mejorado el marco institucional? Los mismos autores reconocen la existencia de reformas para facilitar la cobranza de los créditos, así como para agilizar la liquidación de empresas insolventes, pero señalan que son recientes y que no queda claro qué tan eficaces son. Además, hay que señalar que ya existe un buró de crédito, que debería ser un instrumento muy útil para la banca para detectar riesgos de crédito. Por otro lado, el crédito al consumo sí ha crecido fuerte en los últimos años, pese a que la supuesta incapacidad para cobrar debería aplicar tanto a personas como empresas. En resumen, no creo que éste sea el factor dominante.
2. ¡Es el capital humano! No hay que olvidar que la banca comercial fue privatizada en 1991-93. Los nuevos dueños, personajes del medio bursátil y empresarial, aumentaron inmediatamente el crédito, pero sin las debidas precauciones. En otras palabras, no contaban con personal adecuado para evaluar los riesgos de crédito. Tras largos años de sequía crediticia, es razonable pensar que los bancos no tienen personas capacitadas para otorgar créditos a empresas, las cuales requieren un nivel de análisis más profundo que los créditos a personas.
3. Selección adversa. Tras la crisis de 1995, las tasas de interés se dispararon y tardaron mucho en bajar; de hecho, la inflación cayó mucho más rápido. Por tanto, las tasas reales han sido muy altas en años recientes, reduciendo la demanda de crédito de empresas sanas. Como resultado, sólo las empresas más desesperadas y poco sanas solicitan créditos.
viernes, septiembre 10, 2004
Pobres por elección
"On average, it takes a business in a rich nation six procedures, 8 percent of income per capita, and 27 days to get started; in a poor or lower-middle-income economy, the same process takes 11 procedures, 122 percent of income per capita, and 59 days. In more than a dozen poor countries, registering a new business takes more than 100 days."
Es una locura. Claro, México no se queda atrás: aquí se requieren 8 procedimientos, que tardan 59 días y cuestan mil dólares. Simplemente inexcusable.
Lo trágico es que el exceso de regulaciones idiotas tiene un elevado costo:
"The report estimates that an improvement from the bottom to the top quartile of countries in the ease of doing business is associated with an additional 2.2 percentage points in annual economic growth. An indication of the payoff comes from Turkey and France, each of which saw new business registration increase by 18 percent after the governments reduced the time and cost of starting a business last year. "
Opresión bancaria
Este estudio de la Comisión Nacional para la Defensa y Protección de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF) confirma que los bancos mexicanos (bueno, es un decir, ya que la gran mayoría son extranjeros) dependen cada vez más de las comisiones y que éstas son considerablemente superiores a las observadas en otros países. Este artículo ofrece un resumen. Cabe notar que el crédito otorgado por la banca mexicana, fuera del rubro de consumo, no ha crecido en años y su costo es muy elevado.
La CONDUSEF señala en sus conclusiones que el principal problema es la falta de competencia en un sistema bancario muy concentrado (los dos más grandes controlan más de la mitad del mercado) e insinúa que los bancos están coludidos.
Como era de esperarse, los banqueros lo niegan y cuestionan la metodología del estudio. Aunque no tengo interés en defenderlos, tienen cierta razón. Por ejemplo, es asombroso que CONDUSEF no haya presentado cifras sobre la variación en el costo de las comisiones dentro del país, por lo cual es posible el alza en el ingreso por cobro de comisiones de los bancos se pueda atribuir al crecimiento en las transacciones, por dar un ejemplo.
¿Quién tiene la razón? La verdad es que con la información disponible (ni el ingreso por comisiones ni los gastos de la banca son desglosados en los informes) no es posible hacer conclusiones claras. Pero eso impide formular algunos comentarios y preguntas pertinentes.
1. ¿Por qué no presta más la banca? El problema, claro, es el crédito a empresas. Con base en mi experiencia, no es fácil encontrar buenos candidatos a recibir crédito, en parte porque un alto porcentaje de las empresas medianas opera en la informalidad (evaden impuestos y otras obligaciones) y en parte por el mal historial crediticio de muchos empresarios. Pero al mismo tiempo, las tasas que cobra la banca son muy elevadas, lo cual limita la demanda, sobre todo de las empresas más formales, que acuden a otros mecanismos de crédito (factoraje, arrendamiento, etc.). En resumen, parece que la banca tiene un serio problema de selección adversa.
2. Al persistir el estancamiento en la cartera de crédito, los bancos no tienen incentivos para captar más depósitos. En años recientes, las tasas de interés que la banca paga han caído estrepitosamente.
3. Como no puede obtener más ingresos vía créditos y al no requerir más depósitos, la banca mexicana tiene el incentivo de crecer en su otra gran función: funcionar como medio de pagos. En esto ha tenido mucho éxito, ya que en los últimos dos años el número de cuentas bancarias creció 44%. El 75% de estas cuentas tiene un saldo inferior a los 500 dólares. Además, le conviene exprimir las cuentas existentes al máximo, subiendo las comisiones.
4. A pesar del creciente uso de operaciones electrónicas (más baratas), hay evidencia de que el valor de las comisiones como porcentaje del saldo promedio está creciendo. Quizá esto se explique en parte porque las cuentas de bajo saldo --que pagan más en comisiones--son las que han crecido más.
5. En todo caso, es claro que la banca en México no tiene mucho interés de competir en precio. Más bien, esa competencia se busca por la diferenciación de productos y la publicidad (imagen).
Resumiendo, creo que el problema central no es la colusión entre los bancos ni el costo de las comisiones. El verdadero problema es el crédito: si no fluye, los bancos no tienen incentivo para competir por depósitos, lo cual lleva a que cobren comisiones altas.
martes, septiembre 07, 2004
Economía y política en EUA
Todos llegan a la misma conclusión: los presidentes en turno tienen poca capacidad para influir en las principales variables macro a corto plazo. Entre lo poco que sí pueden hacer es orientar la política fiscal hacia ciertos fines. En este ámbito, los críticos de Bush, destacando entre ellos al economista Brad DeLong, señalan que los recortes a impuestos de Bush estuvieron muy orientados a los grupos de altos ingresos, que tienen una propensión al gasto menor que sus contrapartes menos afortunados, por lo cual un recorte más equitativo probablemente hubiera generado más consumo y, por ende, más empleos y crecimiento.
Lo que estas notas dejan a un lado es quizá el aspecto más importante de la política económica del presidente estadounidense en funciones: fuerte crecimiento del gasto y la baja en los ingresos crearon un enorme déficit y un debilitamiento estructural de las finanzas públicas en este país. Actualmente, su impacto no se percibe porque la debilidad económica mundial permite mantener la inflación y las tasas de interés en niveles bajos, pero es probable que en unos años los estadounidenses maldigan la poca prudencia fiscal de Bush.
lunes, septiembre 06, 2004
El trabajo de crear trabajos
¿Pero tiene realmente tiene la culpa? Roger Lowenstein publicó un largo, pero muy interesante, artículo que argumenta que los presidentes tienen poca capacidad para influir en la trayectoria de variables macro como el crecimiento y el empleo en el corto plazo (es decir, mientras están en el poder).
viernes, septiembre 03, 2004
Pues bien, Stephen Roach, el economista en jefe de Morgan Stanley y en los últimos años uno de los grandes escépticos sobre las perspectivas de la economía de EUA, publicó hoy un ensayo inspiradamente titulado "Confessions of an Economic Girlie-Man". Algunas de las citas más notables:
This economic recovery, by most conventional measures, has been amazingly lousy. Annualized growth in real GDP has averaged 3.4% over the first ten quarters of this upturn, far below the 5% norm of the previous six business cycles. Nonfarm payroll employment is up only 0.1%, on average, over the past ten quarters -- hugely deficient when compared with the 2.7% record of the past six recoveries....
Lacking in domestic saving, the US has had to import foreign saving in order to keep the economy growing; that has given rise to a record current account deficit of 5.1% of GDP. All this speaks of a vulnerable and exceedingly low-quality recovery in the US. If that makes me an economic girlie boy, so be it....
As Governor Schwarzenegger stressed at the Republican National Convention, ultimately, it?s all about faith -- ?faith in free enterprise, faith in the resourcefulness of the American people ? and faith in the US economy.? This borrows a page right out of the script of the general philosophy of the Bush Administration. Faith-based analytics have little tolerance for measuring economic progress through the traditional metrics of GDP growth, hiring, income generation, national saving, and deficits. This America is different....
Nada de esto es nuevo. Pero este párrafo me llamó mucho la atención:
Politics have always crept into the financial market debate. And that is obviously a good thing, as millions of investors attempt to price securities on the basis of ever-shifting political winds. But during the current presidential campaign season, the politics of the market debate have been taken to an entirely new level. That?s especially true in the media, where spin has long been a way of life. But I can hardly bear to watch business television anymore. A piece of data comes out and the ?expert? interpretation is quickly set in political terms. As a result, economists, market strategists, and even analysts are all too often becoming identified with a political agenda. That is a disturbing development, in my view. It has the potential to compromise credibility and leave investors without the security of independent advice. Notwithstanding Governor Schwarzenegger?s terrific sense of humor, he is only compounding this problem. His politically inspired characterization of those embracing the relatively pessimistic case for a tough economy does a real disservice to the integrity of the debate.
Esta apreciación me parece muy correcta. Tanto en Estados Unidos como en otros países, los medios tienen la tentación de politizar todo. Es natural: los reporteros rara vez tienen la formación analítica para entender temas financieros y económicos, los cuales consideran terriblemente aburridos. Por tanto, siempre existe la tentación de "agregar color", tomando sólo la opinión de "expertos" con puntos de vista extremos o, si no hay analistas con este criterio, utilizan citas fuera de contexto de analistas sobrios. Además, en aras de la "objetividad" (como ellos la entienden), los periodistas informan sobre cualquier tema económico buscando presentar dos puntos de vista totalmente opuestos sobre la misma materia, aunque uno u ambos opiniones sean flagrantemente falsos. Y, por si fuera poco, los medios desconocen el término "contexto".
¿El resultado? El público en general tiene poca idea de qué realmente está sucediendo con la economía y las finanzas en un momento dado, lo cual es grave por toda clase de motivos, pero es particularmente peligroso cuando tienen que tomar decisiones electorales.
miércoles, septiembre 01, 2004
Siguiendo con los mitos verdes
Hay varias razones viables para pensar en una mejora en el bienestar de la población marginada del país, particularmente en las zonas rurales: un alza importante en el envío de remesas desde EUA, el aumento en el presupuesto y la cobertura de los programas sociales del gobierno, mayor disponibilidad de crédito para el consumo, alzas en los precios de muchos productos agrícolas, etc.
Cowen señala que estas mejoras no se notan en las estadísticas oficiales de México, ya que las agencias estadísticas dificilmente llegan a los pueblos perdidos del país y, además, buena parte de las actividades económicas en esos lugares son de mercado "negro" o "gris".
Es probable que tenga algo de razón, pero las estadísticas oficiales sí muestran una mejora importante. Claro, ésta no se ve en las cifras de producción: el PIB mexicano sólo crecio 5.8% real entre el primer trimestre de 2000 y el mismo periodo de 2004. Sin embargo, en ese lapso el consumo privado --que es lo que se observa con mayor facilidad--aumentó 11.8%, un alza significativa.
No obstante, es probable que el alza en los niveles de consumo sea incluso mayor. Por ejemplo, las cifras de consumo privado de bienes duraderos muestran un alza de sólo 1.1% en cuatro años. Es difícil reconciliar este resultado con hechos como el alza superior a 20% en las ventas al menudeo de automóviles, el incremento de 216% en el número de usuarios de telefonía móvil, o el alza en ventas superior al 10% anual en tiendas departamentales.
Estas ganancias son el resultado de factores como la apertura comercial (la cual, notablemente, ha reducido el costo de los automóviles) y la estabilidad macroeconómica, la cual ha facilitado un crecimiento espectacular del crédito al consumo.
Lamentablemente, las estadísticas oficiales mexicanas son muy opacas, por lo cual es difícil establecer qué tan precisas son o no.
Sólo un punto más: el lado obscuro del alza en el consumo privado es el inevitable deterioro en el ahorro y la inversión, que reduce las perspectivas de crecimiento a largo plazo del país.