Si John Kerry gana la próxima elección presidencial en Estados Unidos, su triunfo se podrá atribuir a dos grupos: los insurgentes iraquís y el ejercito de desempleados en su propio país. En efecto, la situación del mercado laboral estadounidense --el número de empleos es actualmente inferior en cerca de un millón de puestos al nivel existente cuando Bush llegó al poder--es una de las grandes vulnerabilidades del presidente en funciones.
¿Pero tiene realmente tiene la culpa? Roger Lowenstein publicó un largo, pero muy interesante, artículo que argumenta que los presidentes tienen poca capacidad para influir en la trayectoria de variables macro como el crecimiento y el empleo en el corto plazo (es decir, mientras están en el poder).
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