Hace unos días comenté que, en el contexto de un estudio que acusaba a la banca mexicana de cobrar comisiones excesivas, el verdadero problema está relacionado con el hecho de que los bancos de este país no prestan a las empresas. Este problema no sólo se refleja en incoveniencias para el usuario típico; según un nuevo estudio, es el principal factor que explica por qué la economía mexicana ha crecido tan poco en los últimos años (de 2000 a la fecha, la tasa de crecimiento real anual promedio no llega ni a 2%).
El argumento es interesante y novedoso. Tras la crisis de 1995, la economía mexicana se recuperó de forma rápida y de 1996 a 2000 presentó altas tasas de crecimiento. Esto se explica por el desempeño del sector exportador, impulsado por el TLC con EUA y Canadá y, en general, por la liberalización económica en años previos. Las empresas exportadoras, por lo general firmas nacionales grandes o filiales de multinacionales, contaron con amplio acceso a los mercados financieros internacionales, lo cual les permitió crecer.
Un resultado de la crisis financiera de 1995 fue que la banca cayó en la insolvencia en la medida en que el alza en las tasas de interés y la caída en la actividad económica llevaron a que muchas firmas cayeran en moratoria. Las empresas orientadas al mercado doméstico (sobre todo de servicios) fueron más afectadas, ya que no contaban con la válvula de escape de los mercados externos y con frecuencia sus pasivos estaban denominados en dólares.
Todo esto es típico de las crisis en economías emergentes. Pero en México, como señalan los autores, la diferencia es que a 9 años de la crisis el crédito bancario sigue deprimido, sobre todo para empresas orientadas al mercado interno. A su vez, esto limita su capacidad para crecer y, como las empresas exportadoras obtienen insumos de ellas, ha dado lugar a un cuello de botella para el sector orientado a los mercados internacionales. Esto explicaría buena parte del desaceleramiento de la economía en su conjunto.
¿Por qué no prestan los bancos? Los autores consideran que el principal factor es el deterioro en la capacidad de los bancos para recuperar los préstamos. Ante la falta de sanciones serias por el no pago, muchas empresas optaron por ignorar sus obligaciones de crédito, incluso cuando sí estaban en posición de cumplirlas. Como resultado, la banca se muestra muy cautelosa para prestar. Además, el hecho de que el gobierno haya intercambiado bonos garantizados por cartera en moratoria le permitió a los bancos tener una fuente segura de ingresos sin riesgo, desincentivando el otorgamiento de crédito, sobre todo para las empresas chicas y medianas (que son las más orientadas al mercado interno).
Todo esto suena razonable, pero quedan muchas cuestiones por resolver. Agrego algunas observaciones y preguntas:
1. ¿Por qué no ha crecido el crédito pese a que a mejorado el marco institucional? Los mismos autores reconocen la existencia de reformas para facilitar la cobranza de los créditos, así como para agilizar la liquidación de empresas insolventes, pero señalan que son recientes y que no queda claro qué tan eficaces son. Además, hay que señalar que ya existe un buró de crédito, que debería ser un instrumento muy útil para la banca para detectar riesgos de crédito. Por otro lado, el crédito al consumo sí ha crecido fuerte en los últimos años, pese a que la supuesta incapacidad para cobrar debería aplicar tanto a personas como empresas. En resumen, no creo que éste sea el factor dominante.
2. ¡Es el capital humano! No hay que olvidar que la banca comercial fue privatizada en 1991-93. Los nuevos dueños, personajes del medio bursátil y empresarial, aumentaron inmediatamente el crédito, pero sin las debidas precauciones. En otras palabras, no contaban con personal adecuado para evaluar los riesgos de crédito. Tras largos años de sequía crediticia, es razonable pensar que los bancos no tienen personas capacitadas para otorgar créditos a empresas, las cuales requieren un nivel de análisis más profundo que los créditos a personas.
3. Selección adversa. Tras la crisis de 1995, las tasas de interés se dispararon y tardaron mucho en bajar; de hecho, la inflación cayó mucho más rápido. Por tanto, las tasas reales han sido muy altas en años recientes, reduciendo la demanda de crédito de empresas sanas. Como resultado, sólo las empresas más desesperadas y poco sanas solicitan créditos.
miércoles, septiembre 15, 2004
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