Hay cualquier cantidad de teorías que buscan explicar la baja dramática en las tasas de actos criminales en Estados Unidos en las últimas décadas. Unos creen en el cambio en las tácticas de la policía y el aumento en el número de oficiales, otros en el buen desempeño económico en ese lapso, muchos sostienen que la demografía fue el factor central (bajó la proporción de hombres jóvenes) e incluso Steve Levitt se hizo famoso por atribuirlo (en parte)a la legalización del aborto.
Pues bien, ahora hay que agregar una más: el plomo. De todos es sabido que este metal causa trastornos neurológicos. Economist's View nos dirige a un estudio que atribuye el aumento en la criminalidad en ciertos periodos a alzas en el nivel ambiental de plomo (primero por pintura, después por gasolina) en las grandes urbes estadounidenses.
Aunque el argumento suena razonable, no tengo bases para juzgar que tan cierto o no. Como siempre, lo más probable es que todos los factores citados hayan puesto su granito de arena.
Dicho eso, la tesis de la influencia del plomo respresenta malas noticias para los habitantes del Distrito Federal. Si tomamos en cuenta que la gasolina sin plomo empezó a introducirse hasta mediados de la década pasada, la actual ola criminal todavía tiene pies para rato.....
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2 comentarios:
¿Y en la investigación checaron la posible correlación inversa? A decir: que tanto plomazo en las calles incida en los niveles de plomo del ambiente.
Saludos!
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