Ese es el tema de mi artículo más reciente en El Financiero.
La desaceleración del tercer trimestre se explica casi exclusivamente por una estrepitosa caída de la inversión en inmuebles residenciales, que a su vez se explica por un exceso de oferta de casas. El consumo y la inversión no residencial crecieron a buen ritmo. Si los desequilibrios del mercado de bienes raíces se resuelven sin antes afectar al consumo, la desaceleración será un espisodio breve. En el (poco probable) caso contrario, estaríamos en serios aprietos.
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