Hace un par de días escribí una nota sobre la evolución de las empresas tecnológicas que cotizan en bolsa (principalmente el Nasdaq). Por azares del destino, se publicó hoy en El Financiero. El problema es que ayer una de las empresas líderes del sector, nada menos que Microsoft, dio lo que seguramente es una de las noticias más importantes del año: pagará un dividendo de 32 mil millones de dólares, el más alto en la historia. Mi pobre artículo cayó en la irrelevancia inmediata gracias a Bill Gates.
En fin. De cualquier forma, vale destacar algunos puntos. En primer lugar, hasta el viernes pasado, el índice Nasdaq Composite acumulaba una caída de 8% en el mes. Muchos la atribuyen a factores fundamentales, como los temores de una desaceleración importante en la economía estadounidense (que le pegaría duro a la inversión en tecnología) y a los resultados de algunas empresas, como Intel, que presenta tanto contratiempos técnicos como fuertes alzas en inventarios.
Sin embargo, otros indicadores apuntan a que el gasto corporativo en tecnología seguirá creciendo de forma importante, al igual que las utilidades de las empresas del sector. En ese sentido, la caída del Nasdaq parece obedecer más a los temores de los inversionistas sobre la valuación de las acciones (algo natural considerando el inicio del ciclo alcista en las tasas). Como las grandes empresas del sector tecnológico tienen una valuación (tomando como referencia al múltiplo precio a utilidades) aproximadamente 40% superior al promedio, no se necesita mucho para causar bajas abruptas.
¿Cómo se relaciona el caso de Microsoft con todo esto? Los inversionistas que compran acciones pueden obtener ganancias por dos vías: la apreciación de los títulos o los dividendos. Hasta ahora, las empresas tecnológicas han recompensado a los inversionistas casi exclusivamente a través de la primer vía, ya sea buscando un crecimiento elevado vía la reinversión de sus utilidades o la adquisición de otras firmas y/o recomprando sus acciones.
El problema con esta estrategia es que es que el crecimiento tiene sus límites y el ego de los directivos corporativos es infinito. Por tanto, la reinversión excesiva puede llevar a excesos de capacidad (un problema recurrente) y la adquisición de rivales con frecuencia no genera los resultados esperados. Asimismo, la recompra de títulos no es buena idea cuando las acciones presentan valuaciones altas.
En ese sentido, regresar el efectivo sobrante a los inversionistas tiene ventajas. Por un lado, reduce la tentación de despreciar capital. Por el otro, le da a los propios inversionistas la opción de decidir con libertad cómo invertir ese dinero, en lugar de que los administradores de la firma decidan por ellos. Además, entre más constante sea el flujo de dividendos que reciban los tenedores de las acciones, en principio se debería reducir la volatilidad de las acciones, ya que hasta ahora los títulos de esas empresas reflejan la expectativa de que algún día en el lejano futuro recibirán dividendos. Claro, también ayuda el hecho de que el año pasado se aprobó una reducción en el impuesto sobre los dividendos en EUA, que ahora es menor que el impuesto sobre las ganancias de capital.
En resumen, bien por Microsoft. De hecho, le da un atractivo importante a su acción. El dividendo es más o menos equivalente al 10% del valor total de mercado del capital de la empresa. Considerando que en EUA las tasas de interés a un plazo de un año o menos están por debajo de 2%, ofrece una ganancia casi segura (el dividendo se pagará en diciembre).
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