Vale mucho la pena esta artículo de Steve Landsburg publicado hoy en Slate sobre el salario mínimo en Estados Unidos. En resumen, hoy día todo mundo está de acerudo en que un alza (modesta) en el salario mínimo no afectará de forma significativa las perspectivas de empleo de los trabajadores de bajos ingresos.
Pero esto no es el punto más interesante: hace unas décadas, la mayoría de las investigaciones académicas publicadas mostraban lo contrario. La contradicción entre la percepción actual y los resultados pasados se resuelve cuando nos damo cuenta que sólo algunos estudios se publican, lo cual crea un sesgo. Es decir, a nadie le gusta publicar un estudio en donde las relaciones resultan ser contrarias a las esperadas o inexistentes, por lo cual sólo se publican los estudios en donde la conclusión es la misma que se esperaba (en este caso, que los salarios mínimos afectan al empleo).
En ese sentido, subir el salario mínimo no es malo para los trabajadores, pero Landsburg argumenta que hay otras razones muy válidas para oponerse a los salarios mínimos (en esencia, argumenta que en la práctica son un impuesto a los patrones, pero que como no es un impuesto reconocido como tal, su carga recae en un pequeño grupo y los políticos no tienen que rendir cuentas).
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