jueves, julio 22, 2004

Harry Potter: ¿baluarte neoliberal o enemigo del liberalismo?

Vía Libertad y Organización y Dan Drezner, nos llega noticia de un ensayo publicado en el NY Times por un académico francés, Ilias Yocaris, que argumenta que los libros de la serie Harry Potter resumen los objetivos educativos y sociales del capitalismo neoliberal (competencia, consumismo, etc.). Esta cita resume bien el argumento:

"The underlying message to young fans is this: You can imagine as many fictional worlds, parallel universes or educational systems as you want, they will still all be regulated by the laws of the market. Given the success of the Harry Potter series, several generations of young people will be indelibly marked by this lesson."
 
Mi reacción es la misma que la de Drezner: ¡¡qué bueno!! En efecto, el hecho de que los personajes de los libros de J.K. Rowling enfrenten los mismos retos que las personas normales --como ganarse la vida, buscar el éxito, sujetarse a restricciones de presupuesto, etc.pese a vivir en un mundo mágico--es algo que enriquece la trama. Visto de otra forma, ¿se pueden imaginar a un Harry Potter socialista (cursos de magia y sindicalismo en Hogwarts, Voldemort como un malvado especulador financiero que quiebra países pobres, etc.)? 

Sin embargo, las leyes del mercado no operan en el vacio. Sabemos que el capitalismo sólo funciona adecuadamente en sistemas socio-políticos liberales. Uno de los principios básicos del liberalismo es, sin duda, que el único límite que deben enfrentar las personas para aumentar su riqueza es su propio talento y disposición para trabajar. En ese sentido, hay argumentos muy válidos (ver este artículo de Chris Suellentrop en Slate) para afirmar que Harry Potter está lejos de ser un paladín de la meritocracia.

En corto, Suellentrop señala que su riqueza es heredada, que sólo está vivo por la ayuda de otros o por la suerte, que sus habilidades más destacadas son innatas, que es un estudiante mediocre y poco diligente, etc. El mensaje, en otras palabras, es que los buenos brujos nacen, no se hacen. No es precisamente la lección que uno quisiera transmitir a los jóvenes lectores.

 

No hay comentarios.: