Una carga de trabajo inhumana de trabajo me impidió escribir. Pero también he de admitir que mis ánimos han estado decaídos por la situación en México.
El lío en torno al presupuesto de 2005 influye. Puedo resumirlo de forma sencilla: el legislativo, controlado por la oposición del PRI y el PRD, se unió para aprobar un presupuesto al que se opone el gobierno.
Este presupuesto, obviamente, es favorable políticamente para la oposición: aumenta las transferencias a los estados (que son las bases del poder del PRI y PRD), los cuales son financiados con recortes al gasto del gobierno federal. Hasta aquí, nada nuevo: es algo que se puede ver en todo país democrático (basta recordar las batallas presupuestales del presidente Clinton con el Congreso controlado por los republicanos).No obstante, parece que los recortes le pegarán a programas federales útiles y todo aumento en el gasto con fines electorales necesariamente implica un alto grado de desperdicio, lo cual es lamentable.
Sin embargo, el verdadero significado radica en dos puntos. En primer lugar, resulta que --a diferencia de todas las demás leyes--el presidente no puede vetar el presupuesto. Esto implica un grave desequilibrio en la división de poderes y, como tantas cosas, confirma el nefasto legado de siete décadas de gobiernos del PRI: la constitución tiene esta laguna porque bajo el viejo régimen era incocebible que la Presidencia y el Congreso estuvieran controlados por partidos distintos. El presidente afirma que va a impugnar el presupuesto: no queda claro cómo ni qué resultado habrá. En segundo lugar, augura que el combate en torno al presupuesto será, literalmente, sanguinario en 2005, ya que será el último presupuesto antes de las elecciones de 2006.
Va sin decir que es lo que menos necesita el país. En el ámbito económico, 2005 empieza a dar miedo por una sencilla razón: es posible que Estados Unidos, nuestro motor económico, presente una crisis en su moneda que llevaría a una baja en su consumo y un alza en sus tasas de interés, lo cual nos podría pegar muy duro.
Pero esto no es lo peor. Lo que realmente me deprimió fue el linchamiento de 3 policias en un barrio de la Cd. de México (ver nota). Ni las autoridades locales ni las federales levantaron un dedo para impedirlo, pese a que todo se transmitió en vivo por la televisión y la turba sabía que eran policías. No es la primera vez que algo similar sucede y hasta ahora todos los linchamientos han quedado impunes.
Esto ilustra lo que es México hoy: un país en donde los gobiernos no están dispuestos a recurrir al uso legítimo de la fuerza, un país sin ley y un país sin la mínima rendición de cuentas (ningún alto funcionario ha sido cesado y seguramente sólo habrá chivos expiatorios de nivel bajo).
Sí, México es un país donde impera el realismo mágico; lo malo es que es magia negra....
Reitero mi pronóstico pesimista: este país requiere reformas a fondo, pero no veo cómo se van a aprobar sin una crisis de grandes dimensiones.
Ojalá me equivoque.
sábado, noviembre 27, 2004
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